Resumen del último viaje fotográfico a Nepal Oculto
En Octubre del 2015 realizamos un viaje fotográfico a Nepal, y por cuestiones de tiempo, no he podido aún haceros un resumen de lo que vivimos y fotografiamos. Pero ahora que han pasado las Navidades y nos hemos quedado todos un poco más tranquilos, voy a aprovechar para hablaros de él.
Para empezar, tengo que decir que éste ha sido uno de los mejores viajes que hemos tenido en fotoMundos, sin duda. Y no sólo porque Nepal sea uno de nuestros destinos favoritos y que mejor conocemos, sino también porque los 4 viajeros han sabido adaptarse al país, a su idiosincrasia, y además a las circunstancias que nos ha tocado vivir en Nepal, donde la escasez de gasolina ha hecho que en determinados días fuera más difícil desplazarse.
Sesión de moda en Kathmandu
Desde el primer día empezamos con la inmersión en fotografía: Ruza, la hija de la familia donde nos quedamos los primeros días, se vistió con el traje típico nepalí y pudimos hacer una sesión de moda con ella.
Trekking Nepal Oculto
Al día siguiente el viaje continuaba fuerte, con un trekking bautizado como Nepal Oculto, ya que es desconocido por la masa turística. Y efectivamente, no nos encontramos con ningún extranjero.
Fueron 5 días en los que atravesamos poblados, montañas, conocimos a muchos nepalís, nos invitaron a sus casas, comimos con ellos, vivimos un montón de experiencias muy profundas y pudimos tomar fotos de un Nepal casi desconocido. Y por supuesto, tuvimos la oportunidad de fotografiar uno de los cielos más bonitos que he visto jamás:
Quizás el mejor fotógrafo de Nepal
Después del trekking, y al volver a Kathmandu a la casa de la familia que nos hospedaba, tuvimos la visita de uno de los mejores fotógrafos de Nepal y que tengo la inmensa suerte de contar entre mis amigos: Narayan Maharjan. Es una delicia pasear por algunas de las fotos de este maestro de la luz, que además aprovechó para dar una clase magistral a nuestros viajeros. Me sigue sorprendiendo la visión tan diferente que tiene cada fotógrafo en cada rincón del mundo, y lo enriquecedor que es conocer a fotógrafos de sitios tan lejanos.
Un poco de cultura
Y por supuesto tocaba la pequeña pero obligada visita cultural. Al fin y al cabo estábamos en una de las ciudades más antiguas y con más historia del mundo: Kathmandu.
Así que empezamos por una de las ciudades medievales mejor conservadas del mundo: Bakthapur. Éste ha sido uno de los sitios más dañados en el terremoto de Abril, y donde más casas derrumbadas se pueden ver.
Una cosa muy curiosa es que casi todos los templos antiguos están en muy buenas condiciones. Los edificios que han sufrido más son los más nuevos, sobre todo las viviendas.
Al día siguiente nos fuimos a uno de los puntos más importantes del hinduismo mundial: Pashupatinah.
Pashupatinah es un sitio estremecedor, donde te encuentras con peregrinos que llegan desde todas partes para quemar a sus muertos junto al río Bagmati, fieles que hacen abluciones en el río o que vienen al templo a rezar, y también es casa de muchos sadhus que viven de las propinas de los fotógrafos.
También fuimos a ver el Monkey Temple, el Templo de los Monos ( o Swayambhunath), donde disfrutamos de hermosas vistas de la ciudad. Aunque en primer lugar pueda parecer un lugar Budista, ya que una enorme estupa preside el lugar, en realidad se pueden distinguir muchos símbolos y templos Hindúes en el mismo sitio.
No es el único sitio donde se puede ver el budismo y el hinduismo conviviendo juntos, ya que en Nepal la mayoría de la gente practica las 2 religiones. De hecho, lo más seguro que te responda un nepalí cuando le preguntas por su religión, es que es Hindú, pero con un estilo de vida Budista.
Para terminar, estuvimos en el centro del Budismo en Nepal, Bouda, uno de los pocos lugares del mundo donde la cultura tibetana es accesible.
Tengo que admitirlo, éste es mi sitio favorito en Kathmandu. Hay una energía tremenda, y siempre, vayas a la hora que vayas, hay gente alrededor de la gran estupa, dando vueltas, rezando, recitando mantras….
Hay gente que llega andando desde muchos kilómetros de distancia, y el sitio está lleno de monasterios budistas que puedes visitar y ver como viven los monjes.
Es un sitio muy fotogénico, por lo que siempre nos quedamos un par de noches y aprovechamos para explicar algunas técnicas fotográficas y poder realizar algunas fotos:
Creciendo en Nepal
Antes de abandonar Kathmandu teníamos algo pendiente, y era visitar el orfanato de niñas al que ayuda la asociación Creciendo en Nepal. Estaba deseando que los viajeros conocieran por fin a una de las personas más fuertes que he conocido nunca: Purna Gurung.
Esta mujer ha quitado de la calle o de casas donde estaban en situación de esclavitud a un buen grupo de niñas, que ahora pueden ir al colegio, educarse, jugar, alimentarse como es debido…
La mayoría de estas niñas provienen de Karnali, una de las zonas más remotas, inaccesibles y pobres de Nepal, y además la mayoría son de casta baja. Muchas han llegado a Kathmandu para servir en casas de gente rica, donde trabajan todo el día y no reciben ningún tipo de educación.
Purna ha conseguido rescatar a muchas de ellas, lo que le ha llevado a recibir amenazas de muerte casi cada día.
Siempre colaboramos con las asociaciones que visitamos, y en este caso fotoMundos aportó 20.000 rupias al orfanato y Creciendo en Nepal, unos 175 €. Como siempre en estos casos, uno se va con la sensación de haber recibido más de lo que ha dado.
El Templo de Manakamana
Nuestra siguiente parada era el templo de Manakamana, ya fuera de Kathmandu, y de camino a Pokhara.
El templo de Manakamana es uno de los pocos sitios del mundo donde aún se realizan sacrificios de animales. Se accede a él a través de un teleférico, y una vez arriba, se puede contemplar la fila de fieles acompañados de cabras o pollos.
Estas ofrendas se hacen en honor a Manakamana, una de las encarnaciones de Parvati, esposa de Shiva. Cuando alguien tiene que pedir por algún familiar o amigo, y el deseo se le cumple, van a darle las gracias a Manakamana y sacrifican algún animal.
Nuestra sorpresa fue que cuando llegamos al templo…. ¡no había templo! Había sido totalmente destruido por el terremoto, y estaba en plena restauración. Pero eso no significa que los sacrificios deban parar: en una esquina de la plaza aún seguían con el ritual.
Bandipur
Nuestra siguiente parada era Bandipur, un pueblo newar cerrado al tráfico y en el que el tiempo parece haberse detenido hace ya muchos años. Nos costó un poco de trabajo llegar, ya que aunque desde Manakamana está bastante cerca, debido al bloqueo de gasolina circulaban muy pocos autobuses, y los que pasaban estaban repletos, con gente incluso en el techo. Después de varios intentos y mucha espera, un camión paró y nos metimos los 5 en la cabina, además del conductor y 3 ó 4 amigos más que viajaban con él.
El camión nos dejó en Dumre, desde donde pudimos coger un autobús que subía la carretera hacia Bandipur. A estas alturas del viaje estábamos ya tan adaptados al país que nos dio igual esperar más de 1 hora a que el autobús se llenara para salir.
En muchos países asiáticos los autobuses no salen cuando llega una hora determinada, sino cuando se llenan. Al principio puede ser un poco frustrante y te pueden entrar ganas de matar al conductor, pero si te relajas e intentas adaptarte al estilo de vida de ellos, llegará un día que te sorprendas a ti mismo esperando una hora dentro de un autobús, totalmente relajado y sin un ápice de estrés.
Por cierto, Jose y Raúl, dos de los viajeros, estaban deseando probar cómo es eso de viajar en el techo de un autobús, así que se subieron e hicieron el último trayecto a lomos de un autobús nepalí. Toda una experiencia.
En Bandipur pudimos fotografiar escenas típicas del Nepal rural, como gente lavando en los lavaderos públicos, haciendo yoga antes del amanecer en Tudikhel, y también visitamos una de las grutas más grandes del país, Siddha Gufa.
Dormir en un monasterio budista
Y quedaba la última parte del viaje, Pokhara. Allí no nos fuimos a alojar en la zona mochilera, sino que nos fuimos directamente a un monasterio budista, donde dormimos 2 noches. Fue una experiencia única y muy profunda, ya que pudimos hablar en varias ocasiones con algunos monjes, e incluso con el Lama jefe del monasterio…. bueno, no sé cual será su título, pero vamos, me habéis entendido. El mandamás, el jefe del cotarro, el dueño del cortijo.
Era un tipo bastante joven, de unos 40 años, que se nos acercó una vez para preguntarnos si necesitábamos algo. Empezamos a hablar con él y enseguida nos atrapó su manera de hablar, tranquila y calmada, amable y abierta. Pensábamos que era un monje más. Empezamos a preguntarle por detalles del budismo: si tienen cielo o infierno, qué es eso del karma y la reencarnación, si tienen que rezar muchas veces al día… y cosas así.
Después de un rato le preguntamos si tenían un jefe allí, un Lama superior o algo así, y nos respondió que sí, que era él. «Pero bueno, en este mundo todos somos iguales, aquí estamos de paso, al final de la partida el peón y el rey se guardan en la misma caja».
Al final de la conversación, en la que hablábamos sobre las diferentes religiones en el mundo, nos dijo: «Mirad, al final, si no queréis seguir ninguna religión, eso da igual. Da igual que seáis cristianos, musulmanes, hindúes, budistas, judíos o lo que sea…. Lo importante es respetar a los demás y estar en paz».
En ese momento entendí el porqué cada vez hay más gente que se acerca al budismo…
El monasterio está emplazado justo al lado de un barrio de refugiados tibetanos, que han llegado aquí después de que China invadiera el Tíbet, a principios de los años 50.
Fue allí, en casa de una familia tibetana, donde pudimos probar el famoso té tibetano salado. En mis varios años visitando Nepal aún no había tenido la oportunidad, ya que no quería probarlo en un bar o restaurante, sino que quería hacerlo con una verdadera familia tibetana, que me lo prepararan de manera tradicional.
Y allí, en ese barrio de refugiados, una familia nos invitó a conocer el famoso té salado hecho con mantequilla de yak, té negro y sal.
Me habían dicho de todo sobre este té: que era asqueroso, que provocaba nauseas, que era grasiento e imposible de tragar… y de nuevo pude comprobar que no hay que fiarse de lo que nos cuentan sobre otros países o costumbres, y que hay que comprobar esas cosas personalmente.
Y la verdad es que está bastante bueno. Simplemente hay que olvidar que es la típica bebida o el típico té. Es más bien una sopa, y muy buena por cierta. De hecho, nos tomamos 2 tazas.
En el barrio tibetano tuvimos la oportunidad de conocer a jóvenes tibetanos, con pintas mucho más modernas y actuales de lo que tenemos en la cabeza que es el «look» tibetano. Nos explicaron la problemática que tienen, ya que aunque tienen libertad para moverse por Nepal, tienen mucha dificultad para encontrar trabajo en un país en el que hay un gran porcentaje de paro, y además, siempre contratan antes a un nepalí que a un tibetano, por lo que la mayoría se dedican a intentar vender artesanía.
Por supuesto también visitamos Lake Side, que aunque es un sitio puramente turístico, a mí personalmente me encanta. Es un sitio perfecto para relajarse después de un duro e intenso viaje, tomarse una cerveza y disfrutar tranquilamente de unas vistas al lago maravillosas. Por cierto, está todo mucho más limpio y con menos basura que la última vez que estuve por aquí, hace 1 año y medio. Una gran noticia.
No pudimos ponerle la guinda al pastel y despedirnos con un amanecer desde Sarangkot, el sitio más alto de Pokhara y desde donde se puede ver como los rayos de sol van poco a poco bañando los Himalaya. Están tan cerca que extiendes la mano y casi puedes tocarlos. Algo obligatorio y que te corta la respiración.
Pero lamentablemente estaba nublado y no hubiéramos podido ver nada, así que tomamos un avión a Kathmandu, donde pasamos un último día de relax, guardamos las cámaras, nos dimos un masaje y dedicamos las últimas horas del viaje a comprar regalos en Thamel.
No preocuparos, viajeros… a Nepal siempre se vuelve. Y es bueno dejar alguna cosa por hacer, y así tener la excusa perfecta para poder volver.
Estoy seguro de que algún día volveréis a Nepal y podréis disfrutar de una de los amaneceres más bonitos del planeta.
Conclusión
Este viaje resume muy bien la esencia de fotoMundos: si quieres hacer fotografías buenas de viaje, no basta con tener un equipo bueno, y tampoco basta ni siquiera con tener grandes conocimientos de la técnica fotográfica. Si no te metes dentro del país tus fotos serán siempre de turista.
Durante 15 días nos metimos en sus casas, hicimos autoestop, nos montamos en camiones, coches, barcas, comimos con ellos, dormimos en un monasterio budista, caminamos por las rutas menos trilladas… ¿ha merecido la pena?
Mirad ahora este vídeo y lo comprobaréis vosotros mismos. He hecho un resumen con las fotos de los viajeros, al principio están las fotos que hicieron los primeros días, y después hay un resumen de las que han conseguido hacer tras dos semanas de viaje fotográfico con fotoMundos.
¿Veis el cambio? Las primeras fotos no dicen mucho, son fotos bastante sosas, algunas están incluso desenfocadas, tienen demasiados elementos que distraen, están hechas a una hora y con una luz malas, etc…
Las últimas sin embargo son fotos que emocionan. No sólo te transportan al país y parece que estás allí, sino que además nos cuentan historias, nos hablan de sus habitantes… en definitiva, son fotos que no dejan indiferente.
Y ahora os pregunto de nuevo: ¿Creéis que ha merecido la pena?
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