Con el rabo entre las piernas

Así me sentí la primera vez que estuve haciendo fotos en el hospital Tu Dú, en Saigon.

Era el año 2011, y yo soñaba con ser un fotógrafo famoso, había dejado mi trabajo y me había puesto a viajar con mi amigo Jose, que también había dejado su trabajo y que soñaba con ser escritor.

El plan era perfecto: viajar, buscar historias que contar, hacer fotos, escribir sobre ellas, venderlas a los medios de comunicación más importantes, y hacernos ricos y famosos.

Y con este plan sin fisuras nos encontramos de repente en un hospital en Vietnam, rodeado con niños con malformaciones tan brutales que no sabíamos si estábamos despiertos.

Lamentablemente sí, era real. 

Y estábamos totalmente sobrepasados. 

En mi cabeza resonaban varias preguntas, una y otra vez:

«¿Qué coño haces aquí? ¿Por qué estás haciendo estas fotos? ¿Por qué le estás quitando la intimidad a estos niños? ¿Crees que son monos de feria? ¿Crees que tienes derecho a mostrarlos al mundo como monstruos?
«

Pero lo que me hizo apretar el obturador de mi cámara esa tarde, fueron otras preguntas que también resonaban con fuerza en mi cabeza:

«¿Por qué nadie sabe esto? ¿Por qué esto no sale en las noticias? ¿Por qué no se estudia en las clases de historia? «

Ese primer día allí, haciendo fotos en esas 5 habitaciones llenas de niños que nadie quería ver, fue lo que me repetí a mí mismo una y otra vez para poder seguir apretando el botón de mi cámara.
Han pasado 11 años, ahora estamos en 2022, y sigo sin ser un fotógrafo rico y famoso.

Nunca he conseguido que ningún medio de comunicación le prestara la más mínima atención a las fotos que he estado haciendo allí durante varios años, y que sigo haciendo.

Pero ése dejó de ser mi objetivo hace ya mucho tiempo.

Ahora lo que quiero es ayudar de alguna forma. Y se me ocurrió que llevar gente allí podría ayudar.

Para que vieran otra realidad de Vietnam, para que les impacte y lo cuenten, para que algo les remueva por dentro y donen dinero o consigan donaciones.

Por eso siempre llevo a conocer estos niños a los viajeros que quieran.

Es duro, está claro, pero las palabras de los que se atreven a hacer esta visita siempre son de agradecimiento.

Bueno, menos mi amigo Asterio, que me dijo: «Menos mal que me has traído aquí al final del viaje, si veo esto al principio me vuelvo a España».   😅

Pero al final creo que sirve de algo, porque más de uno que ha estado allí dona dinero regularmente. Llevamos siempre medicinas, y por supuesto, yo siempre que los visito dejó allí algo de dinero.

Si quieres ver más de estas fotos y saber más detalles sobre esta historia, puedes visitar mi blog.

Pero te advierto que son imágenes muy duras.

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