¿Sabes ya lo que vas a hacer en Semana Santa? Esos días son perfectos para conocer algún otro país. Tienes que tener en cuenta que la Semana Santa no se vive tan intensamente como la vivimos nosotros en casi ningún país del mundo. ¿Y qué te parece la idea de pasar estas fechas inmersos dentro de otra cultura?
Y no estoy hablando de irte a Japón, La India o Madagascar, sino pasar unos días diferentes sin tener que desplazarte tantos kilómetros. Sin salir de Europa puedes conocer cosas totalmente diferentes a las que estamos acostumbrados.
¿Qué te parece conocer Budapest?
Europa del Este siempre es una sorpresa para todo el mundo que la conoce por primera vez. Tenemos una idea quizás un poco negativa de estos países: pensamos que la gente es fría y antipática, que no saben divertirse, que no salen a la calle, que siempre llueve y hace frío, que son países peligrosos…
¿Aún crees todo lo que te dicen de otros sitios? ¿No crees que lo mejor sería ir para salir de dudas? Lo mejor de todo es que están aquí al lado, es rápido y barato llegar, y además, son países muy baratos: puedes alquilar una lujosa habitación en el centro de Budapest por menos de 15 € al día, y puedes hartarte de comer por 5€. Teniendo en cuenta que por un plato de gambas en Sevilla en Semana Santa tienes que firmar una hipoteca, te sale mucho más barato viajar que quedarte en casa. Haz números si no me crees, te sorprenderá.
Estos son los 8 consejos para disfrutar más de Budapest en Semana Santa
1. La importancia del perfume en la Semana Santa húngara
Los húngaros echan perfume o agua a las chicas en la cabeza, y ellas a cambio les dan huevos pintados y adornados. Con el agua los chicos simbolicamente purifican y fertilizan a las chicas, y el huevo es simbolo de la nueva vida y también del resurgimiento de la naturaleza depués del invierno.
Así que no te asustes si estás paseando por Budapest y alguien te echa colonia en la cabeza o te regala un huevo. ¡Puede ser el comienzo de una gran amistad!
2. En esa época del año amanece MUY temprano
La Semana Santa del 2016 cae del 21 al 27 de Marzo, y en Budapest amanece esos días sobre las 5.30 de la mañana.
Sí, es muy temprano, pero por el contrario anochece a las 6, por lo que intenta estar en la cama lo más pronto posible para aprovechar el día. Fíjate que empezará a haber gente en la calle desde antes de las 5 de la mañana.
3. Aprende algo del idioma
El húngaro es considerado uno de los idiomas más complicados del mundo. Yo que estuve 6 meses viviendo allí te lo puedo asegurar. Tienen 14 vocales diferentes, muchos casi iguales para nosotros, pero muy diferentes para un húngaro. Para que te hagas una idea, el idioma español tiene 24 sonidos diferentes, y el húngaro.. ¡¡44!! Esto significa que hay 20 sonidos nuevos que nunca has escuchado, y que te será casi imposible reproducir.
Los húngaros son perfectamente conscientes de ello, por lo que se muestran muy sorprendidos y agradecidos si un extranjero chapurrea cuatro palabras.
Las más fáciles son (te las pongo tal como se pronuncian, no como se escriben):
Sía: Hola y adiós
Kosonom: Gracias
Hoch Voch: ¿Cómo estás? (La H es una H inglesa, no es muda, como en House, y la V es como la B, pero poniendo los dientes como si fueras a pronunciar una F).
Germán vuayiok, españolor sagbol: Soy Germán, de España.
4. No tengas miedo de la gastronomía local
La cocina húngara es una de las más famosas y ricas del mundo, y además sus sabores no son tan diferentes de los nuestros, así que no temas. No dejes de visitar el Mercado Central de Budapest. Algunas sugerencias son:
– Gulash: quizás el plato más famoso de Hungría. Es un estofado con carne, verduras y paprika. Como curiosidad, en realidad no se escribe ni se pronuncia así. En húngaro es Gulyásh, y se pronuncia “guiash”, con i, por lo que si lo pides así seguro que se sorprenden gratamente. Cuando vayas por Budapest vas a ver carteles donde lo anuncian de las 2 maneras, gulyásh y gulash, ya que los turistas no conocen normalmente la palabra original y la escriben así para nosotros.
– Paprikas krumpli: literalmente patatas con paprika, es un guiso de patatas, salchichas y, por supuesto, paprika.
– Salami húngaro: estás en el país del salami, y créeme, está muuuuucho más rico que cualquier salami que hayas probado nunca.
– Langos: se sirve normalmente en la calle, en los puestos callejeros. Es una masa parecida al pan, que se fríe y a la que se le puede echar por encima queso, cebollas, tomate, etc…
– Palacsinta: es un crep que se rellena de algo dulce, como nutella o mermelada.
– Hortobágyi húsos palacsinta: es como la palacsinta, pero en vez de rellenarla de algo dulce se hace de carne. Hortobagy es una región muy famosa en Hungría, de donde salió esta maravilla, y “húsos” significa q tiene carne.
– Tokaj: (pronunciado tokai), es el vino más famoso de Hungría. Es barato y muy rico, no dejes de probarlo
5. Date un baño en las termas
Budapest tiene más de 100 fuentes termales ricas en calcio, magnesio, sulfatos… un buen cóctel para reumáticos, cardiacos y estresados varios. Los más famosos son los baños Gellért, en Buda, o los baños Széchenyi, en Pest (el complejo termal más grande de Europa).
6. Pregúntale a los húngaros
Los húngaros están orgullosos de su país y estarán muy contentos de que te intereses por él. En un principio suelen ser tímidos, pero ya verás lo que se sueltan en cuanto empiezas a hacerles preguntas sobre su ciudad. Son un pueblo con un pasado increíble, el gran imperio austrohúngaro, y que ahora están casi olvidados para el resto del mundo. Muéstrales tu respeto y tendrás amigos para siempre.
7. Emborráchate con los locales tomando palinka
Hay una palabra mágica que te abrirá muchas puertas en Hungría: palinka. El palinka es un aguardiente de alta graduación, y para los húngaros es casi una religión. Les encanta, y les encantarás tú si bebes palinka con ellos. Es la mejor manera para conocer gente, para romper el hielo, para hacer amigos…
Eso sí, ten en cuenta que es muy fuerte y que es imposible seguirle el ritmo a un húngaro. He visto a muchos borrachos que han caído en el intento.
8. Visita lo más típico, pero deja tiempo para perderte por la ciudad y callejea
Budapest tiene muchos sitios que son casi obligatorios, como el Bastión de los Pescadores, el Puente de las Cadenas, la Basílica de San Esteban, la Plaza de los Héroes…. pero también tiene millones de rincones que no aparecen en las guías, y que sólo callejeando y perdiéndote por la ciudad podrás descubrirlos. De nuevo te recomiendo el punto 6, preguntarle a los propios húngaros. Ellos te llevarán a sitios que no conoce nadie.
¿Has estado alguna vez en Budapest? ¿Se te ocurre algún otro consejo? ¡Déjanos tus comentarios y sugerencias!
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Vietnam es un país grandísimo, donde puedes hacer de todo: buscar tribus en la jungla, relajarte en playas paradisiacas, trekking por montañas, navegar por el Mekong, irte de fiesta, de compras… ¡e incluso hay un desierto de arena roja! Hay 1800 kilómetros entre sus principales ciudades, Hanoi y Ho Chi Minh City, al norte y al sur respectivamente, y eso unido a que las carreteras no son buenas, hace que los desplazamientos por Vietnam no se midan en kilómetros sino en horas.
Por eso quizás el problema para los que visitan este país por primera vez sea la parte logística: decidir qué sitios visitar y cuáles descartar, intentar no perder mucho tiempo en los desplazamientos y buscando estaciones de autobús, y no gastarte una fortuna, claro.
¿Es posible esto en Vietnam? ¡Por supuesto! Hay una solución fácil y barata, que te permitirá recorrer el país entero por menos 40$, y que te vamos a explicar ahora mismo en fotoMundos.
El Open Tour Bus
El Open Tour Bus es un circuito de autobuses que recorren el país, de Hanoi a Ho Chi Minh City y viceversa. Es una gran opción, porque pasa por varias de las ciudades más importantes: Hanoi, Hue, Hoi An, Dalat, Mui Ne, Nha Trang, Saigon.
¿Dónde compro el Open Tour Bus?
Puedes comprar el billete en cualquier ciudad de las que componen el recorrido. Sólo acércate a una agencia de viajes, de las mil que hay en cada calle, o más fácil todavía: pregunta en tu hotel, seguro que ellos también lo venden.
Si alguna ciudad no te interesa siempre puedes quitarla al contratarlo, lo que abaratará el billete.
Los precios dependen de las paradas que hagas, de la época del año, de la demanda, y por supuesto de la agencia donde lo contrates. A título orientativo, normalmente rondan los 30-40 $. Seguro que algunas veces te lo ofrecerán por más de 40 $, pero si es así, ya sabes lo que tienes que hacer… ¡regatea!
¿Cómo se utiliza el Open Tour Bus?
Cuando lo contrates, te preguntarán cuándo quieres salir para tu primer viaje, para reservar asiento. Una vez que llegas al destino, puedes estar los días que quieras allí, y cuando quieras salir hacia el siguiente destino sólo tienes que buscar en esa ciudad la misma agencia donde has reservado (recuerda que hay varias), y avisarles del día que quieres salir.
Es recomendable avisarles al menos un día antes, para asegurarte de que haya plazas, aunque yo te aconsejo que reserves con al menos 2 días de antelación.
También tienes que tener en cuenta que el autobús no para en una estación de autobuses, sino en algún hotel que tiene algún acuerdo con la agencia de viajes. Esto tampoco supone mucho problema, sólo tienes que ver las habitaciones y decidir si te gustan o no. Y si no, te largas a otro de los miles de hoteles que hay en cada ciudad. No tienes la obligación de quedarte, aunque hay veces que los hoteles están un poco separados del centro de la ciudad.
Según mi experiencia, casi todos los hoteles en donde nos dejaron eran baratos y limpios. Había uno incluso que tenía piscina, y nunca pagamos más de 10$ por habitación.
¿Merece la pena?
Las ventajas están claras: es barato, puedes recorrer todo el país, puedes quedarte en cada ciudad los días que quieras….
Yo creo que es una muy buena opción si es tu primer viaje a Vietnam y quieres hacerte una idea del país. Eso sí, que sepas que vas a estar continuamente rodeado de extranjeros. Y no es que eso sea malo, sólo que tienes que tenerlo en cuenta.
Si lo que quieres es hacer un viaje profundo, conocer gente local y salirte de las rutas trilladas, este circuito no es para ti, ya que el Open Tour Bus lo coge todo el mundo, así que Hanoi, Hue, Hoi An, Dalat, Mui Ne, Nha Trang y Saigon son las ciudades que todo el mundo recorre.
También tienes que tener en cuenta que realmente merece la pena conocer todas ellas, puesto que son sitios preciosos y únicos, y si nunca te has comprado un traje en Hoi An, te has deslizado por las dunas en Mui Ne o te has ido de fiesta en Hanoi, tienes que hacerlo.
¿Conocías el Open Tour Bus? ¿Lo has utilizado alguna vez? ¿Te fue bien? ¡Déjanos tus comentarios y sugerencias!
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En la famosa película de Christopher Monger, El inglés que subió una montaña pero bajó una colina, dos cartógrafos llegan a un pueblo de Gales para elaborar el nuevo mapa del país. Los habitantes del lugar están orgullosos de una colina cercana al pueblo, a la que denominan “la primera montaña de Gales”. Al realizar la medición, los cartógrafos informan que por la altura que tiene no puede ser considerada montaña, sino colina, ya que le faltan 20 pies, unos 6 metros.
Y es que teóricamente, una montaña es una elevación superior a 700 metros. Si no llega a esa altura se le considera colina.
Pero no para un nepalí. Ellos no se andan con tonterías, ni se van a poner a medir montañas. Los nepalís, que de montañas saben un rato, ya que su país alberga 8 de los 14 ochomiles, tienen un método mucho más fácil para diferenciar entre colina y montaña: para ellos, una montaña adquiere esa categoría solamente cuando hay nieve en la cima durante todo el año. Lo demás, son todo colinas, aunque tenga 5000 metros de altitud. Si no tiene nieves eternas no es una montaña. Así de fácil.
Es muy curioso a veces cuando estás realizando un trekking a 4000 metros y, como no hay nieve, los nepalís te dicen tan tranquilos que “estamos andando por una colina”. ¿Una colina de 4000 metros? ¡Que el Teide es el pico más alto de España y tiene 3700 metros! “Que sí, que sí, pero…. ¿tiene nieve siempre? ¿No? Pues entonces no es una montaña”.
¿Sabías esto? ¿Has hecho algún trekking por Nepal? ¡Déjanos tus comentarios y sugerencias!
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Esto no va a ser un post sobre fútbol, no. No soy el más adecuado para enseñarte a regatear con un balón. El título de este post se refiere al diálogo entre comprador y vendedor para intentar que el precio de algo sea lo más bajo posible.
Y aquí te voy a enseñar a cómo regatear, basado en mi experiencia.
No en todos los sitios el regateo es algo culturalmente aceptado. En España, por ejemplo, hasta hace algunas generaciones sí que era algo casi normal, aunque se ha perdido con el tiempo. En occidente, en general, no vas a poder regatear, y el que intentes que un vendedor te deje un precio más barato es incluso considerado algo insultante, por lo que tienes que tener mucho cuidado.
Pero en Asia y África, en general, es algo muy extendido e incluso es casi obligatorio. Regatear puede ser todo un arte. Te aconsejo que si estás en Nepal, Tailandia, Marruecos, etc, no te cortes. Para ellos es algo normal, su día a día. Entre ellos regatean continuamente.
Eso sí, tienes que respetar las reglas del juego. Porque el regateo tienes que tomártelo como lo que es, un juego.
¿Cómo regatear? Reglas básicas
La más importante: no empieces a regatear por algo que no vayas a comprar. Si finalmente ganas, NO PUEDES decir que no lo quieres. Es muy ofensivo.
Sonríe siempre: Es un juego, no te cabrees. Si te topas con un vendedor que se cabrea regateando, vete a otro.
Vas a conseguir un precio mucho más barato si sabes algunas frases y números en el idioma local: cuando saludas al vendedor en su idioma, o le dices que te haga una rebaja, automáticamente no te va a considerar un extranjero más, sino alguien que se ha tomado la molestia de aprender un poco de su idioma, por lo que te tratará de manera mucho más cercana y conseguirás un mejor precio.
Poli bueno – poli malo: la táctica que mejores resultados me ha dado a mí. Mi novia siempre hace de poli mala y yo de poli bueno. Me pongo de lado del vendedor e intentamos los dos convencer a Gloria de que lo compre. Te aconsejo que veas películas americanas de policías y cojas ideas de ahí.
No tengas miedo por bajar demasiado: el juego comienza con el precio que tú les ofrezcas. ¿Ves que siempre te preguntan cuánto pagarías tú? Ese va a ser el precio base, el precio que al final consigas será siempre mayor que el primero que digas, por lo que ten cuidado con la primera cifra que dices.
Para hacerte una idea, casi siempre vas a poder conseguir algo por menos de la mitad del primer precio que te dicen ellos.
Tu última carta debe ser la de irte de la tienda: tienes que jugarla en última estancia, ya que si te dejan marchar no puedes volver con el rabo entre las piernas.
No muestres interés por lo que realmente te interesa, pues lo notarán y subirán mucho el precio. Múestrate indiferente, como si realmente no quisieras comprar.
Siempre puedes bajar el precio si te llevas muchas cosas. Pero si te quieres llevar, por ejemplo, 5 imanes, no empieces diciendo que quieres 5 imanes. Pregunta por el precio de uno, y después de un rato de regateo, le preguntas: ¿Y si me llevo 2? Y poco a poco, ve subiendo el número hasta llegar a 5.
Intenta no exprimir demasiado: lo bonito del regateo es que las dos partes queden contentas. A veces nos lo tomamos como una competición, a ver quien es el que consigue la cosa más barata. No se trata de eso, te lo vuelvo a repetir: es un juego. Disfrútalo y respeta al vendedor.
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Una de las cosas de las que siempre hablo cuando doy clases de fotografía o estoy en un viaje fotográfico, es de la suerte.
La suerte en la fotografía puede ser un elemento importante, y hay que tenerla siempre en cuenta.
De hecho, la fotografía que encabeza este post es un claro ejemplo: es una foto tomada en los campamentos saharauis de Smara a una niña autista, dentro de un centro para enfermos psíquicos llamado Centro Castro. Siempre me ha encantado esta foto, me gusta mucho como inclina la cabeza hacia abajo, con los ojos cerrados, y sobre todo me encanta el desenfoque de la cara, creo que es una muy buena manera de representar su autismo.
Pero ese desenfoque no lo hice queriendo… sencillamente tuve suerte. Era una habitación con muy poca luz y el autofoco de mi cámara no lograba enfocar la cara de la niña. Cuando vi que cerraba los ojos disparé, sin saber si había salido enfocada o no. Cuando vi la foto, me encantó.
Tuve suerte, así de fácil.
¿No os ha pasado nunca algo así? ¿No habéis hecho alguna vez una foto que no querías y por suerte ha salido bien? Alguien que abre una ventana en el momento justo, una mirada que se dirige a cámara justo en el instante que disparas, algo que se cruza y que acaba haciendo interesante una foto que quizás hubiera sido aburrida….
Por supuesto, también puede pasar lo contrario, el tener mala suerte. Y además suelen ser los mismos elementos: alguien que pasa cuando no debe, la cámara no enfoca en el momento que lo necesitas, una mirada a cámara que no quieres y que te estropea la foto…
Llegados a este punto, me imagino que más de uno estará pensando: “Ok, vale, muy bien, pero… la suerte es algo que no puedo prever, puede que tenga buena suerte o mala suerte haciendo fotos, pero no sé cuando va a pasar”.
Sí, no os falta razón, la suerte en la fotografía es algo que nunca sabemos cuándo va a llegar. Pero la cuestión es ésta: la suerte hay que buscarla y trabajarla.
Me explico con un ejemplo: si quiero hacer una foto de un pájaro dándole de comer a su cría, tengo 2 opciones:
Salgo a pasear con mi cámara por el campo, esperando tener suerte de que vea a una madre alimentando a la cría.
Hablo con varios amigos que se dedican a la fotografía de naturaleza, y les pregunto la localización de algún nido. Voy al lugar a verlo, y busco un sitio donde tenga un buen ángulo. Me voy allí a las 4 de la mañana, mientras duermen, me oculto tras un hide y espero.
Evidentemente, voy a tener muchísimas más posibilidades de hacer la foto que quiero si opto por la segunda opción. Después quizás no tenga suerte y el primer día llegue a casa sin nada porque los pájaros han sido demasiado rápidos, no se fiaban, etc… Pero puedo seguir buscando la suerte yendo otro día, y otro, y otro…
Siguiendo con el ejemplo de la foto de la niña autista: si yo no me hubiera informado sobre el Centro Castro nunca hubiera podido conocerlo y nunca hubiera podido entrar allí. Si no me hubiera ganado la confianza de los trabajadores y de los niños, nunca hubiera podido entrar en esa habitación. Si no hubiera ido varios días no hubiera conseguido que dejaran de posar cuando les hacía fotos. Estaba en el sitio que tenía que estar.
¿Veis ahora por dónde voy? Si estás en el sitio adecuado y en la hora correcta, es mucho más fácil que la suerte te sonría. A eso me refiero con “la suerte hay que buscarla”.
Conclusión
Déjate de excusas y trabaja tu fotografía. Si te gusta la fotografía de viajes tienes que preparar bien los viajes que hagas. Infórmate de los sitios a los que vas, mira las opciones que tienes, sal siempre antes del amanecer, habla con la gente, interactúa con ellos, acepta las invitaciones que te hagan…. Si lo que haces es ir a los sitios donde va todo el mundo a la hora a la que va todo el mundo, vas a tener las mismas fotos que tiene todo el mundo.
No dejes al azar la preparación, porque si estás en el sitio adecuado a la hora correcta, es cuestión de tiempo que la suerte se ponga de tu parte.
¿Qué te ha parecido este post? ¿Tienes alguna foto que te encante y que la hayas tomado de pura suerte? ¡Déjanos tus comentarios y sugerencias!
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En Octubre del 2015 realizamos un viaje fotográfico a Nepal, y por cuestiones de tiempo, no he podido aún haceros un resumen de lo que vivimos y fotografiamos. Pero ahora que han pasado las Navidades y nos hemos quedado todos un poco más tranquilos, voy a aprovechar para hablaros de él.
Para empezar, tengo que decir que éste ha sido uno de los mejores viajes que hemos tenido en fotoMundos, sin duda. Y no sólo porque Nepal sea uno de nuestros destinos favoritos y que mejor conocemos, sino también porque los 4 viajeros han sabido adaptarse al país, a su idiosincrasia, y además a las circunstancias que nos ha tocado vivir en Nepal, donde la escasez de gasolina ha hecho que en determinados días fuera más difícil desplazarse.
Sesión de moda en Kathmandu
Desde el primer día empezamos con la inmersión en fotografía: Ruza, la hija de la familia donde nos quedamos los primeros días, se vistió con el traje típico nepalí y pudimos hacer una sesión de moda con ella.
Autor: Irene Traid
Trekking Nepal Oculto
Al día siguiente el viaje continuaba fuerte, con un trekking bautizado como Nepal Oculto, ya que es desconocido por la masa turística. Y efectivamente, no nos encontramos con ningún extranjero.
Fueron 5 días en los que atravesamos poblados, montañas, conocimos a muchos nepalís, nos invitaron a sus casas, comimos con ellos, vivimos un montón de experiencias muy profundas y pudimos tomar fotos de un Nepal casi desconocido. Y por supuesto, tuvimos la oportunidad de fotografiar uno de los cielos más bonitos que he visto jamás:
Autor: José Núñez Pocero
Autor: Raúl Martín Izquierdo
Autor: Rosa Sierra Vega
Quizás el mejor fotógrafo de Nepal
Después del trekking, y al volver a Kathmandu a la casa de la familia que nos hospedaba, tuvimos la visita de uno de los mejores fotógrafos de Nepal y que tengo la inmensa suerte de contar entre mis amigos: Narayan Maharjan. Es una delicia pasear por algunas de las fotos de este maestro de la luz, que además aprovechó para dar una clase magistral a nuestros viajeros. Me sigue sorprendiendo la visión tan diferente que tiene cada fotógrafo en cada rincón del mundo, y lo enriquecedor que es conocer a fotógrafos de sitios tan lejanos.
Autor: Narayan Maharjan
Autor: Narayan Maharjan
Autor: Narayan Maharjan
Autor: Narayan Maharjan
Autor: Narayan Maharjan
Autor: Narayan Maharjan
Un poco de cultura
Y por supuesto tocaba la pequeña pero obligada visita cultural. Al fin y al cabo estábamos en una de las ciudades más antiguas y con más historia del mundo: Kathmandu.
Así que empezamos por una de las ciudades medievales mejor conservadas del mundo: Bakthapur. Éste ha sido uno de los sitios más dañados en el terremoto de Abril, y donde más casas derrumbadas se pueden ver.
Una cosa muy curiosa es que casi todos los templos antiguos están en muy buenas condiciones. Los edificios que han sufrido más son los más nuevos, sobre todo las viviendas.
Al día siguiente nos fuimos a uno de los puntos más importantes del hinduismo mundial: Pashupatinah.
Pashupatinah es un sitio estremecedor, donde te encuentras con peregrinos que llegan desde todas partes para quemar a sus muertos junto al río Bagmati, fieles que hacen abluciones en el río o que vienen al templo a rezar, y también es casa de muchos sadhus que viven de las propinas de los fotógrafos.
Autor: Raúl Martín Izquierdo
También fuimos a ver el Monkey Temple, el Templo de los Monos ( o Swayambhunath), donde disfrutamos de hermosas vistas de la ciudad. Aunque en primer lugar pueda parecer un lugar Budista, ya que una enorme estupa preside el lugar, en realidad se pueden distinguir muchos símbolos y templos Hindúes en el mismo sitio.
No es el único sitio donde se puede ver el budismo y el hinduismo conviviendo juntos, ya que en Nepal la mayoría de la gente practica las 2 religiones. De hecho, lo más seguro que te responda un nepalí cuando le preguntas por su religión, es que es Hindú, pero con un estilo de vida Budista.
Para terminar, estuvimos en el centro del Budismo en Nepal, Bouda, uno de los pocos lugares del mundo donde la cultura tibetana es accesible.
Tengo que admitirlo, éste es mi sitio favorito en Kathmandu. Hay una energía tremenda, y siempre, vayas a la hora que vayas, hay gente alrededor de la gran estupa, dando vueltas, rezando, recitando mantras….
Hay gente que llega andando desde muchos kilómetros de distancia, y el sitio está lleno de monasterios budistas que puedes visitar y ver como viven los monjes.
Es un sitio muy fotogénico, por lo que siempre nos quedamos un par de noches y aprovechamos para explicar algunas técnicas fotográficas y poder realizar algunas fotos:
Creciendo en Nepal
Antes de abandonar Kathmandu teníamos algo pendiente, y era visitar el orfanato de niñas al que ayuda la asociación Creciendo en Nepal. Estaba deseando que los viajeros conocieran por fin a una de las personas más fuertes que he conocido nunca: Purna Gurung.
Esta mujer ha quitado de la calle o de casas donde estaban en situación de esclavitud a un buen grupo de niñas, que ahora pueden ir al colegio, educarse, jugar, alimentarse como es debido…
La mayoría de estas niñas provienen de Karnali, una de las zonas más remotas, inaccesibles y pobres de Nepal, y además la mayoría son de casta baja. Muchas han llegado a Kathmandu para servir en casas de gente rica, donde trabajan todo el día y no reciben ningún tipo de educación.
Purna ha conseguido rescatar a muchas de ellas, lo que le ha llevado a recibir amenazas de muerte casi cada día.
Siempre colaboramos con las asociaciones que visitamos, y en este caso fotoMundos aportó 20.000 rupias al orfanato y Creciendo en Nepal, unos 175 €. Como siempre en estos casos, uno se va con la sensación de haber recibido más de lo que ha dado.
El Templo de Manakamana
Nuestra siguiente parada era el templo de Manakamana, ya fuera de Kathmandu, y de camino a Pokhara.
El templo de Manakamana es uno de los pocos sitios del mundo donde aún se realizan sacrificios de animales. Se accede a él a través de un teleférico, y una vez arriba, se puede contemplar la fila de fieles acompañados de cabras o pollos.
Estas ofrendas se hacen en honor a Manakamana, una de las encarnaciones de Parvati, esposa de Shiva. Cuando alguien tiene que pedir por algún familiar o amigo, y el deseo se le cumple, van a darle las gracias a Manakamana y sacrifican algún animal.
Nuestra sorpresa fue que cuando llegamos al templo…. ¡no había templo! Había sido totalmente destruido por el terremoto, y estaba en plena restauración. Pero eso no significa que los sacrificios deban parar: en una esquina de la plaza aún seguían con el ritual.
Autor: Raúl Martín Izquierdo
Bandipur
Nuestra siguiente parada era Bandipur, un pueblo newar cerrado al tráfico y en el que el tiempo parece haberse detenido hace ya muchos años. Nos costó un poco de trabajo llegar, ya que aunque desde Manakamana está bastante cerca, debido al bloqueo de gasolina circulaban muy pocos autobuses, y los que pasaban estaban repletos, con gente incluso en el techo. Después de varios intentos y mucha espera, un camión paró y nos metimos los 5 en la cabina, además del conductor y 3 ó 4 amigos más que viajaban con él.
El camión nos dejó en Dumre, desde donde pudimos coger un autobús que subía la carretera hacia Bandipur. A estas alturas del viaje estábamos ya tan adaptados al país que nos dio igual esperar más de 1 hora a que el autobús se llenara para salir.
En muchos países asiáticos los autobuses no salen cuando llega una hora determinada, sino cuando se llenan. Al principio puede ser un poco frustrante y te pueden entrar ganas de matar al conductor, pero si te relajas e intentas adaptarte al estilo de vida de ellos, llegará un día que te sorprendas a ti mismo esperando una hora dentro de un autobús, totalmente relajado y sin un ápice de estrés.
Por cierto, Jose y Raúl, dos de los viajeros, estaban deseando probar cómo es eso de viajar en el techo de un autobús, así que se subieron e hicieron el último trayecto a lomos de un autobús nepalí. Toda una experiencia.
En Bandipur pudimos fotografiar escenas típicas del Nepal rural, como gente lavando en los lavaderos públicos, haciendo yoga antes del amanecer en Tudikhel, y también visitamos una de las grutas más grandes del país, Siddha Gufa.
Dormir en un monasterio budista
Y quedaba la última parte del viaje, Pokhara. Allí no nos fuimos a alojar en la zona mochilera, sino que nos fuimos directamente a un monasterio budista, donde dormimos 2 noches. Fue una experiencia única y muy profunda, ya que pudimos hablar en varias ocasiones con algunos monjes, e incluso con el Lama jefe del monasterio…. bueno, no sé cual será su título, pero vamos, me habéis entendido. El mandamás, el jefe del cotarro, el dueño del cortijo.
Era un tipo bastante joven, de unos 40 años, que se nos acercó una vez para preguntarnos si necesitábamos algo. Empezamos a hablar con él y enseguida nos atrapó su manera de hablar, tranquila y calmada, amable y abierta. Pensábamos que era un monje más. Empezamos a preguntarle por detalles del budismo: si tienen cielo o infierno, qué es eso del karma y la reencarnación, si tienen que rezar muchas veces al día… y cosas así.
Después de un rato le preguntamos si tenían un jefe allí, un Lama superior o algo así, y nos respondió que sí, que era él. “Pero bueno, en este mundo todos somos iguales, aquí estamos de paso, al final de la partida el peón y el rey se guardan en la misma caja”.
Al final de la conversación, en la que hablábamos sobre las diferentes religiones en el mundo, nos dijo: “Mirad, al final, si no queréis seguir ninguna religión, eso da igual. Da igual que seáis cristianos, musulmanes, hindúes, budistas, judíos o lo que sea…. Lo importante es respetar a los demás y estar en paz”.
En ese momento entendí el porqué cada vez hay más gente que se acerca al budismo…
El monasterio está emplazado justo al lado de un barrio de refugiados tibetanos, que han llegado aquí después de que China invadiera el Tíbet, a principios de los años 50.
Fue allí, en casa de una familia tibetana, donde pudimos probar el famoso té tibetano salado. En mis varios años visitando Nepal aún no había tenido la oportunidad, ya que no quería probarlo en un bar o restaurante, sino que quería hacerlo con una verdadera familia tibetana, que me lo prepararan de manera tradicional.
Y allí, en ese barrio de refugiados, una familia nos invitó a conocer el famoso té salado hecho con mantequilla de yak, té negro y sal.
Me habían dicho de todo sobre este té: que era asqueroso, que provocaba nauseas, que era grasiento e imposible de tragar… y de nuevo pude comprobar que no hay que fiarse de lo que nos cuentan sobre otros países o costumbres, y que hay que comprobar esas cosas personalmente.
Y la verdad es que está bastante bueno. Simplemente hay que olvidar que es la típica bebida o el típico té. Es más bien una sopa, y muy buena por cierta. De hecho, nos tomamos 2 tazas.
En el barrio tibetano tuvimos la oportunidad de conocer a jóvenes tibetanos, con pintas mucho más modernas y actuales de lo que tenemos en la cabeza que es el “look” tibetano. Nos explicaron la problemática que tienen, ya que aunque tienen libertad para moverse por Nepal, tienen mucha dificultad para encontrar trabajo en un país en el que hay un gran porcentaje de paro, y además, siempre contratan antes a un nepalí que a un tibetano, por lo que la mayoría se dedican a intentar vender artesanía.
Por supuesto también visitamos Lake Side, que aunque es un sitio puramente turístico, a mí personalmente me encanta. Es un sitio perfecto para relajarse después de un duro e intenso viaje, tomarse una cerveza y disfrutar tranquilamente de unas vistas al lago maravillosas. Por cierto, está todo mucho más limpio y con menos basura que la última vez que estuve por aquí, hace 1 año y medio. Una gran noticia.
Opción para los beatlemaníacos: ¿puede haber algo mejor que tomarte una cerveza Everest tumbado en una hamaca junto a un lago y unas montañas, mientras escuchas TODO el día a los Beatles?
No pudimos ponerle la guinda al pastel y despedirnos con un amanecer desde Sarangkot, el sitio más alto de Pokhara y desde donde se puede ver como los rayos de sol van poco a poco bañando los Himalaya. Están tan cerca que extiendes la mano y casi puedes tocarlos. Algo obligatorio y que te corta la respiración.
Pero lamentablemente estaba nublado y no hubiéramos podido ver nada, así que tomamos un avión a Kathmandu, donde pasamos un último día de relax, guardamos las cámaras, nos dimos un masaje y dedicamos las últimas horas del viaje a comprar regalos en Thamel.
No preocuparos, viajeros… a Nepal siempre se vuelve. Y es bueno dejar alguna cosa por hacer, y así tener la excusa perfecta para poder volver.
Estoy seguro de que algún día volveréis a Nepal y podréis disfrutar de una de los amaneceres más bonitos del planeta.
Conclusión
Este viaje resume muy bien la esencia de fotoMundos: si quieres hacer fotografías buenas de viaje, no basta con tener un equipo bueno, y tampoco basta ni siquiera con tener grandes conocimientos de la técnica fotográfica. Si no te metes dentro del país tus fotos serán siempre de turista.
Durante 15 días nos metimos en sus casas, hicimos autoestop, nos montamos en camiones, coches, barcas, comimos con ellos, dormimos en un monasterio budista, caminamos por las rutas menos trilladas… ¿ha merecido la pena?
Mirad ahora este vídeo y lo comprobaréis vosotros mismos. He hecho un resumen con las fotos de los viajeros, al principio están las fotos que hicieron los primeros días, y después hay un resumen de las que han conseguido hacer tras dos semanas de viaje fotográfico con fotoMundos.
¿Veis el cambio? Las primeras fotos no dicen mucho, son fotos bastante sosas, algunas están incluso desenfocadas, tienen demasiados elementos que distraen, están hechas a una hora y con una luz malas, etc…
Las últimas sin embargo son fotos que emocionan. No sólo te transportan al país y parece que estás allí, sino que además nos cuentan historias, nos hablan de sus habitantes… en definitiva, son fotos que no dejan indiferente.
Y ahora os pregunto de nuevo: ¿Creéis que ha merecido la pena?
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