Del 15 al 28 de Marzo del 2020
14 días – 1200 €
Ver másSer el mayor gilipollas del mundo no es fácil: La competencia es brutal. Además, ya sabes el dicho: por muy gilipollas que seas, siempre habrá alguien en el mundo más gilipollas que tú.
Todos hemos sido gilipollas en algún momento de nuestra vida, por eso yo siempre intento tener paciencia y mano izquierda cuando estoy frente a alguien que actúa como tal. Me recuerdan a mí en algún momento de mi vida.
Yo he hecho mil veces el gilipollas, y lo seguiré haciendo aunque no quiera. Es algo de lo que no se puede escapar. Tú también has sido gilipollas en varios momentos de tu vida, y lo sabes.
Pero hay gente que parece haber nacido para eso. Talento natural. Gente que cuando parece que es imposible que te sorprendan con alguna gilipollez más grande, lo consiguen. Gente que parece que entrena duro cada día para eso. Pura magia.
Imagino que algo así debió pensar el artista israelí Shahak Shapira, creador del impactante proyecto Yolocausto, cuando se dio cuenta de que cada día la gente sube en sus redes sociales selfies en muchos sitios relacionados con el Holocausto. Y la mayoría en posturas irrespetuosas. Algo que le toca directamente, ya que su abuelo fue uno de los supervivientes de los campos de exterminio.
¿Qué coño te tiene que pasar por la cabeza para sonreír y hacerle una foto a tu cara mientras visitas el campo de exterminio de Auschwitz? Si has estado allí, sabrás que lo que ves y lo que te cuentan no es precisamente agradable.
Recuerdo que estuve allí una vez. A nuestra guía, una polaca que imagino que habría explicado lo mismo mil millones de veces, aún se le seguían cayendo las lágrimas mientras nos contaba los experimentos que los nazis hacían con los niños o nos enseñaba las fosas donde tiraban a los muertos.
Después de varios horas de visita todo el mundo estaba fulminado. A casi todos se nos había escapado alguna lágrima, casi nadie hablaba, algunos miraban al suelo y no tenían fuerzas ni para levantar la mirada. Hace de esto más de 6 años y aún me emociono recordándolo.
Nos enseñaron una pared donde aún se veían agujeros de balas. En ese sitio habían fusilado a miles de personas. El silencio era sepulcral, la energía que emanaba el lugar nos lapidaba. Cuando nos dimos la vuelta para irnos uno del grupo se rezagó, sacó su cámara, sonrió y se hizo un selfie con su novia, con la pared de fondo. Yo pensé: ¿cómo cojones tienen fuerzas para sonreír? Quizás debería haberles dicho algo, pero no lo hice….
Shahak Shapira sí lo ha hecho.
Ha sabido decirles a la gente que dejen de hacer el gilipollas en esos sitios, y lo ha hecho con un proyecto fotográfico sencillo y genial: utiliza las etiquetas de Facebook o Instagram para localizar selfies en el Monumento a las Víctimas del Holocausto de Berlín, y cuando pasas el ratón por encima de estas fotos se convierten en las escenas más sórdidas del Holocausto, con los turistas como protagonistas.
Brutal, ¿verdad?
En una entrevista, Shahak decía:
«No voy a decir lo que puede o no hacer a la gente. Todo el mundo tiene que decidir por sí mismo, pero voy a hacerles pensar. Las imágenes muestran cómo pueden olvidarse la memoria. Muchos ven el memorial nada más como un conjunto de objetos y fotos y menos como un lugar para el ejercicio de la memoria cultural.»
Para ver todas las fotos puedes pasarte por la web del proyecto.
¿Qué te parece este proyecto? ¿Te ha tocado alguna vez un gilipollas mientras viajabas? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!
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Es una de las preguntas que más me hacen: «Germán, ¿cómo evitar la diarrea del viajero?»
Hay muchas cosas que uno echa de menos cuando está mucho tiempo fuera de casa: familia, amigos, entrenar Jiu Jitsu, comer comida de tu madre….
Hay gente, por ejemplo, que no puede hacer sus necesidades si no es en su propio váter.
O gente que no bebe cerveza si no es cruzcampo y no está muy muy fría.
Siempre, cuando está a punto de terminar un viaje fotográfico, pregunto a los viajeros qué es lo primero que van a comer cuando lleguen a casa. Hay respuestas de todo tipo: un buen cocido, un gazpacho fresquito, una tortilla con cebolla, dos huevos fritos con patatas y chorizo, una fuente gigante de filetes empanados, 3 cachopos uno detrás de otro…
Pero yo, lo primero que hago siempre al llegar a casa después de varios meses de viaje es…..
¡ducharme y abrir la boca!
Sí, es una gilipollez, lo sé… pero haz la prueba… intenta no abrir la boca mientras te duchas durante 3 meses.
Yo no era consciente de que abría la boca en la ducha hasta que no pude hacerlo…. ¡y cuesta mucho!
Imagino que entenderéis el por qué de este capricho cuando se está viajando: intentar prevenir las temibles diarreas del viajero, que pueden fastidiar ese viaje que tanto dinero te ha costado y con el que llevabas soñando tanto tiempo.
¿Pero cómo evitar la diarrea del viajero? Parece que, hagamos lo que hagamos, es imposible de evitar….
Pero yo te aseguro que, si sigues estos consejos a rajatabla, evitarás casi al 100% la diarrea del viajero:
Lo más rápido y efectivo es beber agua embotellada, pero hay más opciones, mucho más ecológicas:
Mientras menos contacto tengas con el agua del grifo, mejor. ¿Te has dado cuenta de que muchísimas veces, mientras nos duchamos, abrimos la boca? Yo nunca fui consciente hasta que me dijeron que no podía hacerlo.
Es la misma razón que el punto anterior: el agua de grifo no puede entrar en contacto con la boca. Pero si no puedo tener contacto con agua del grifo, ¿cómo enjuago el cepillo de dientes?
Muy fácil, ponte agua de botella en la boca y escúpela a presión sobre el cepillo de dientes, las veces que haga falta.
Pueda que parezca algo bárbaro y sucio, pero es todo lo contrario. ¿Has visto dónde y cómo lavan los cubiertos? El agua puede venir de cualquier parte, así que esa cuchara que te estás metiendo en la boca puede estar totalmente infectada de bacterias que se pegarán la gran fiesta en tu estómago.
Pero tus manos, concretamente la derecha, siempre sabes donde ha estado, y la puedes lavar tú mismo. Mi consejo es que primero te laves las manos con agua y jabón, y luego, justo antes de empezar a comer, te las vuelvas a lavar con gel desinfectante.
En cada país tienen una técnica para comer con las manos. Pregunta a cualquier local, estarán encantados de explicarte cómo se hace. En Nepal, por ejemplo, cobra especial importancia el dedo pulgar.
Da igual que te digan que lo hacen con agua purificada, mejor no te arriesgues. ¿De verdad no puedes estar 2 ó 3 semanas sin tomar hielo?
¿Has visto cómo conservan la carne o el pescado en países como India, Nepal, Indonesia, Marruecos….?
Son países en los que hace muchísima calor y donde en muy pocos sitios tienen cámaras de frío para conservar la carne en buen estado.
Si mis palabras no te convencen, te reto a que busques una carnicería y juzgues tú mismo. ¿¿A que ahora sí se te han quitado las ganas de comer carne en este país??
Tranquilo, no pasa nada por ser vegetariano durante un par de semanas…. yo llevo más de 1 año siendo vegetariano y sigo vivo.
Hay varios puntos de vista sobre este tema, y la verdad es que cada uno tiene razón.
Los que dicen que es mejor no comer en los puestos callejeros, defienden que no hay control sanitario, que no hay higiene, que no utilizan gorros, guantes, etc…, que el agua que se utiliza para lavar los cubiertos suele ser agua sucia o estanca…. Y si, si te paras a observar muchos de los puestos callejeros de cualquier país del mundo cumplen estos requisitos.
Pero por otra parte, hay un punto importante a favor de comer en la calle: son puestos pequeños, que llevan poca comida al mismo tiempo, y que la gente utiliza a menudo, por lo que la comida siempre es fresca. En un puesto callejero tenemos la seguridad de que la comida no lleva ahí demasiado tiempo. Además, el precio suele ser insuperable.
Otra de las razones que esgrimen los defensores de la comida callejera es: ¿has visto las medidas higiénicas que hay en ese restaurante tan caro? ¡Mejor no entres en la cocina!
La verdad es que Chicote nos ha abierto mucho los ojos en ese aspecto….
Por lo tanto, lo dejo a tu elección. Yo por mi parte, como bastante en puestos callejeros, eso sí, siempre teniendo en cuenta estos consejos:
Éste es, sencillamente, el mejor consejo que te pueden dar para prevenir la diarrea. El jengibre es simplemente magia.
Yo lo descubrí durante mi primer viaje a La India. Los primeros días tuve una fuerte diarrea, y un chico francés con el que viajé un par de días me dio la solución: «Ginger lemon honey tea».
Graba a fuego esas palabras en tu memoria porque te salvarán la vida, no es broma, ni estoy exagerando.
Bebe ginger lemon tea todos los días al menos una vez al día, y te aseguro que, unido a los consejos que te he dado más arriba, será muy probable que no tengas diarrea o que sea algo muy leve.
A mí, al menos, siempre me ha funcionado.
Otra cosa que yo hago siempre es tomarme un caramelo de jengibre al despertar, y otro antes de dormir. Estos caramelos los puedes encontrar en cualquier supermercado de comida oriental. Al principio los notarás un poco picantes si no estás acostumbrado, pero te acostumbrarás rápidamente.
Tómalos también cuando sientas molestias en el estómago o cuando hayas comido demasiado, y verás como el dolor rápidamente desaparece. De verdad, parece magia. La gente no se lo cree hasta que lo comprueba.
¿Hay algún consejo que a ti te funcione y que no hayamos puesto nosotros? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!
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No te vayas con las manos vacías, ¡aquí tienes un regalo!
Conocí a Sanju en Vrindavan, en Guild of Service, una ONG que solemos visitar y que ayuda a las viudas blancas de La India. Si no conoces el drama de las viudas blancas puedes leer un poco en este enlace.
La última vez que estuve allí, hacía 2 años, ella no estaba. Era nueva. Cada vez que llegamos se arma una pequeña revolución, somos la novedad, un día de fiesta en el que hacer algo diferente y ver caras nuevas. Pero Sanju era muy tímida, no se dejó ver al principio, intentó pasar desapercibida en todo momento.
Pero evidentemente, su rostro quemado es difícil que no resalte.
Estuvimos allí unas horas, hablando con las mujeres, escuchando sus historias y haciendo algunas fotos. Estuve dando algunos consejos a los viajeros de cómo moverse en ese tipo de sitios, cuando te encuentras con unas historias tan dramáticas hay que saber muy bien cuándo hacer fotos o cuándo guardar la cámara y escuchar.
Después de unas horas, y antes de que nos fuéramos, me fui a ver a Sanju.
Estaba en su habitación, y al verme se hizo la despistada. Le pregunté que si podía sentarme con ella, y me dijo que sí rápidamente. Noté que en realidad quería contarme cosas, que se supiera fuera de esas cuatro paredes lo que había tenido que pasar. Quizás creía que su historia podía ayudar a otras mujeres.
Hablaba muy bien inglés, era muy educada y sonreía todo el tiempo. Al principio le costaba mucho mirarme a la cara, pero poco a poco pude hacer que derribara su timidez. Sus ojos eran preciosos, brillaban con fuerza.
Sanju me contó que vivía en Kanpur, una ciudad a unos 350 kilómetros de Vrindavan, y que tenía 30 años. Estaba casada y tenía un hijo.
Cuando le pregunté qué le había pasado en su rostro, me dijo que no quería hablar de eso, que era algo del pasado, que en esa época se encontraba muy triste y que ahora estaba muy feliz, allí en Guild of Service.
Seguimos hablando un rato. Ella también me preguntó algunas cosas a mí, sobre mi familia, si estaba casado, dónde estaba España….después le pedí una foto. Me miró asombrada y me dijo: «¿Para qué quieres una foto de una mujer tan fea?».
«Creo que tu historia debería ser contada, Sanju», le dije.
Entonces sonrió y me dijo:
«Mi marido bebía mucho. Nos pegaba cada día a mí y a mi hijo, y yo estaba muy triste. No sabía lo que hacer. Un día, cuando ya no podía más, me quemé yo misma la cara con queroseno. Cuando me recuperé mi familia me trajo aquí. Ahora estoy muy feliz, he encontrado mi sitio.»
Después de eso entornó los ojos y movió la cabeza de un lado a otro, la manera que tienen los indios de decir que sí. «Sólo una, ¿ok?», me dijo.
Me agaché en la puerta de la habitación y tomé una foto. Es la foto que encabeza este post. La vimos juntos, pero no le gustó. Apartó la mirada y cerró los ojos. Me dijo de nuevo que era muy fea.
«¿Sabes por qué sales fea? Porque has salido muy seria. Tienes que sonreír. Voy a tomarte otra, y esta vez sonríe» – le dije.
Lo hizo, y éste es el resultado:
Cuando se vio, le dije: «¿Ves? Eres la mujer más guapa de toda La India».
Y no se lo dije por decir, realmente me lo parecía. Mirar en ese rostro no era fácil, pero la fuerza de sus ojos era increíble. En ese preciso instante no había una mujer más guapa para mí en toda India.
Y esta vez sonrió y me dijo que sí.
Vrindavan es una parada casi obligatoria en un viaje por el norte de La India, aunque en realidad pocos turistas la visitan.
Esta ciudad, a medio camino entre Delhi y Agra, tiene algunas peculiaridades que a mí personalmente consiguieron que me enganchara, como por ejemplo:
En Vrindavan está el origen del Krishnaismo, religión basada en el Hinduismo (los famosos Hare Krishna). Es por lo tanto una ciudad santa y es muy complicado encontrar alcohol o carne. Hay millones de occidentales, que vienen precisamente por el punto anterior. De hecho, da la sensación de que hay muchos más occidentales que indios dentro del Krishnaismo. No te preocupes, no son los típicos guiris, no te vas a encontrar hordas fotografiando cada calle. De hecho, te dará muchas veces la sensación de ser el único extranjero, ya que los Hare Krishna suelen quedarse en los ashram cantando, bailando y meditando.
No conozco en profundidad nada de esta religión, pero la sensación que transmiten es de un buen rollo impresionante. Son gente abierta y amable, siempre sonriendo y deseando responder a todas tus preguntas. Y como uno me dijo una vez: «aquí no está prohibido nada. Si quieres sentarte te puedes sentar, si quieres irte te puedes ir, si quieres bailar o cantar, puedes hacerlo… puedes hacer lo que tú quieras».
Por todas partes. Es increíble, he llegado a pensar que hay más monos que personas. Están por todas partes, y tienes que tener cuidado de que no te roben las gafas, la comida, o cualquier cosa que lleves en las manos. Para los locales es un fastidio continuo. Muchos vendedores tienen un tirachinas con los que los ahuyentan.
Y sin embargo, cada mañana les preparan comida, los llaman y les dan de comer.
Asombrado, le pregunté al dueño de un puesto de comida que por qué cada mañana le preparaba la comida a los monos, con el fastidio que les suponía. Su respuesta fue: «yo como, tú comes…. y los monos también comen».
Lógica pura y aplastante. De un viaje así siempre se vuelve siendo mejor.
Te aconsejo que te levantes antes de amanecer, cojas un rickshaw y te vayas a los ghats. Por supuesto, los vas a encontrar mucho menos masificados que en Varanasi, y con muchas posibilidades fotográficas: sadhus, comerciantes, gente rezando, realizando pujas, tocando tambores, haciendo yoga…
Pero no sólo de fotografía vive el viajero, ya que si eres un poco suelto y te dejas querer, la gente que habita las orillas del Iamuna son increíblemente hospitalarias.
Sin casi darte cuenta estarás dentro de una choza compartiendo un té con desconocidos. ¿Sabes cómo hice esta foto?
La respuesta es fácil: tan sólo tuve que apretar el disparador. Eso fue lo más sencillo. Lo realmente interesante de esta foto es el cómo llegar allí, cómo entrar en su casa, cómo ponerte tan cerca, cómo tener la confianza para que no se moleste por hacerle un retrato tan cercano en íntimo…
La única manera de poder hacer esta foto es acercarse a ellos y vivir, aunque sólo sean unos segundos, como viven ellos. Aceptar su té, sentarse en sus mantas sucias y compartir unas horas con alguien que quedará plasmado en tu retina toda una vida.
Aquí otra toma más general:
En nuestro viaje fotográfico a India Norte nos interesa esta ciudad por todos los puntos anteriores, y en especial el de las viudas blancas. Es un tema terrible que aún hoy día muchas mujeres tienen que soportar.
En algunas zonas de La India, hasta hace pocos años, existía una ceremonia llamada Sati por la cual obligaban a las mujeres a inmolarse en la pira funeraria del recién fallecido marido. En el siglo XIX se prohibió esta cruel tradición, aunque hoy día se ha sustituido por algo no menos duro. Una muerte en vida: cuando el marido muere la viuda debe vestir ropas blancas (el color de la muerte en La India), raparse la cabeza, no ponerse maquillaje ni joyas, y eliminar cualquier rastro de belleza. Se considera que traen mala suerte, por lo que son repudiadas y muchas veces son echadas de casa.
Y casi todas acaban allí, en Vrindavan, donde vagan por las calles pidiendo limosna y cantando por los templos, intentando expiar sus pecados y que Krishna les conceda el perdón.
A día de hoy ya hay algunas ONGs que ayudan a estas mujeres, sacándolas de las calles, dándoles un sitio donde vivir e intentando recuperar la dignidad arrebatada.
Nosotros llevamos unos años visitando la asociación Guild of Service, empapándonos de algunas historias duras y documentando una India de la que nunca se habla. Y también aprovechamos para donar un poco de dinero, como siempre hacemos con las asociaciones que visitamos.
Para llegar a Vrindavan primero tienes que llegar a Mathura. Desde Delhi o Agra se llega fácilmente en tren o autobús. Una vez allí puedes coger un taxi o un rickshaw que por por pocas rupias te dejarán en Vrindavan, a 12 kilómetros.
Para alojarte tienes muchas opciones, aunque yo te aconsejo que lo hagas en un Ashram, para poder vivir de primera mano una parte de la magia que encierra este sitio. Algunos ayudan a niños, otros ofrecen cursos de meditación, y en todos puedes disfrutar de una belleza y una tranquilidad increíbles por poco dinero.
La India tiene miles de rincones sorprendentes, y uno de ellos es sin duda Vrindavan. Si te gustan los sitios auténticos y no tienes miedo de ver y vivir cosas que te cambiarán para siempre, te aconsejo que cuando estés planeando tu viaje por el norte de La India intentes hacer una pequeña parada entre Delhi y Agra. Casi te aseguraría que no te vas a arrepentir.
¿Has estado alguna vez en Vrindavan? ¿Conocías el tema de las viudas blancas? ¿Conoces algún otro rincón sorprendente en La India? ¡Déjanos tus comentarios y sugerencias!
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En mi último viaje a Nepal estaba interesado en fotografiar algo del gran movimiento musical que hay en Kathmandu, y necesitaba a algún nepalí que conociera grupos y sitios donde tocaran. Siempre me ha llamado mucho la atención que, vaya donde vaya, en cualquier país del mundo, siempre hay músicos que se salen de la música tradicional y de los que nadie habla. Y hay sobre todo 2 estilos musicales que siempre te vas a encontrar: heavy y hip hop.
Contacté con Aamosh a través de couchsurfing. Dejé un mensaje en la red social explicando mi proyecto y él me contestó al día siguiente, diciéndome que era guitarrista y que ensayaba con varios grupos. Pero como la mayoría de músicos que existen en el mundo, tenía que compaginar su pasión con un trabajo que le permitiera vivir.
Quedamos esa misma tarde donde trabajaba, la recepción de un hotel en el barrio mochilero de Thamel.
Con 21 años, Aamosh trabaja, vive y duerme en un hotel, el Student Guest House. Cuando llegué me recibió con una sonrisa en la cara. Nos sentamos en un sofá y estuvimos contándonos nuestras vidas. Su historia, por supuesto, era mucho más interesante que la mía.
Él había vivido hasta hacía un par de años con su madre divorciada y su hermana pequeña en una de las muchas aldeas que hay desperdigadas por los Himalaya. Hasta que tuvo que intentar ganar algo de dinero para la familia o, al menos, no ser una carga. Unos días más tarde también me contó que a su hermana le habían diagnosticado cáncer hacía un año.
Y así había llegado a Kathmandu, como muchas otras personas que llegan a las grandes ciudades desde los pueblos y aldeas buscando una vida mejor. La misma historia se repite una y otra vez en todas partes del mundo, lo único que cambian son las caras.
Estuvo estudiando guitarra en el conservatorio un tiempo, compaginándolo con varios trabajos en hoteles, tiendas, o en la calle convenciendo a turistas para que entraran en agencias de viajes.
Finalmente había acabado en ese hotel, donde aunque trabajaba muchas horas, tenía un sitio donde dormir y le daban gratis de comer.
Cuando le pregunté cuántas horas trabajaba, se rió y me dijo: «Todas». Veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Le pagan 30$ al mes.
Por supuesto, no había podido seguir estudiando música, su gran pasión.
Cuando le pregunté dónde dormía, señaló el sofá donde estábamos sentados. «Aquí», me dijo. Justo donde yo estaba sentado en ese momento, donde mi gordo culo descansaba. Un viejo sofá verde con agujeros por todas partes.
Me levanté de un salto, disculpándome. Aamosh se rió y me dijo que no importaba, que podía volver a sentarme. Me insistió hasta que tuve que volver a sentarme. Si yo tuviera que dormir en un sofá no creo que dejara que nadie lo tocara, joder. Los nepalís nunca dejarán de sorprenderme.
«¿Pero entonces no tienes una habitación? ¿Dónde tienes tus cosas? ¿No tocabas la guitarra eléctrica? ¿Dónde la guardas?», le pregunté. Entonces se levantó y fue detrás de la barra de la recepción y sacó una guitarra y un pequeño amplificador. Lo trajo hasta donde estaba yo, lo enchufó y se puso a tocar.
Y el tío tocaba que te mueres.
En los días siguientes estuve haciéndole fotos mientras ensayaba con un grupo de amigos. Ninguno era muy bueno, imagino que llevarían poco tiempo, pero Aamosh destacaba por encima de todos. No sólo tocaba la guitarra, también cantaba, hacía coros y tocaba la batería.
El local de ensayo era un edificio donde se podían alquilar pequeñas habitaciones insonorizadas. Me pareció muy curioso que allí también había que entrar descalzo, como en todas partes en Nepal. Le pregunté que si podía salir del hotel, ya que me dijo que tenía que estar todo el día allí. Me dijo que como trabajaba todo el día, a veces podía permitirse el irse algunas horas, si veía que no había mucho trabajo.
Las noches que pudo estuvimos yendo a varios bares donde ponían música en directo. Joder, incluso en Nepal hay más sitios con grupos en directo que en Sevilla. Qué puto desastre.
Había algunos que eran buenísimos. Recuerdo uno que hacía versiones de Metallica, cerrabas los ojos y parecía que estabas en medio de un concierto de ellos, increíble. La gente se volvía loca. El mundo es básicamente gente haciendo música acojonante en todas partes.
El último día que estuve con Aamosh estuvimos hablando sobre nuestros sueños y proyectos. Él quería terminar el conservatorio y dedicarse a la música, vivir de eso. Lo tenía muy claro, aunque no tenía ni idea de cómo conseguirlo. Necesitaba trabajar todo el día para ganar esos 30$ al mes y darle una parte a su madre. Y por supuesto no podía permitirse seguir en el conservatorio. No tenía ni tiempo ni dinero. Era un círculo vicioso del que era imposible escapar.
Al final, casi todo depende de donde nazcas. Así de fácil. Si naces en Emiratos eres un árabe, si naces en Marruecos eres un moro. Si naces en países como Nepal, Camboya o Indonesia, lo más seguro es que tu trabajo sea una mierda, muchas horas al día y poco sueldo, que tengas que dormir incluso donde trabajas, y que por mucho talento que tengas, por muchos idiomas que hables, por mucho que sepas, por muy duro que trabajes o por mucho que estudies, seguramente tu destino esté marcado desde tu nacimiento.
Por la noche quería hacer las últimas fotos de Aamosh y sus dos compañeros que dormían con él en recepción. Les pregunté y me respondieron con una sonrisa que por supuesto no les importaba que les hiciera todas las fotos que quisiera. Uno fue a por varias cervezas y las compartimos.
Cuando pasó la media noche cerraron la puerta del hotel y sacaron unos colchones. Uno lo puso en el suelo, otro encima de una mesa, se pusieron cómodos y se echaron a dormir encima de los colchones. La escena era perfecta, sólo faltaba Aamosh en el sofá para completar la imagen que tenía en mi cabeza y que quería plasmar en mis fotos. Pero Aamosh estaba detrás del mostrador de recepción, rellenando unos papeles. Me acerqué a él y le pregunté que si no iba a dormir. Me respondió que sí, pero que tenía que terminar una cosa. Esperé un rato, hice varias fotos, pero Aamosh seguía haciendo cosas. Se puso a limpiar la guitarra, después a ordenar una pila de papeles, después desapareció durante un rato, y cuando volvió le volví a preguntar. Me dijo que sí, que tenía que dormir ya, y se acercó al sofá y se sentó. Estaba rígido, sonriéndome sin saber qué hacer.
Me di cuenta entonces de que le daba mucha vergüenza que le viera durmiendo en ese sofá. Como me hubiera pasado a mí, como le hubiera pasado a cualquiera. Me sentí como el tío más gilipollas del planeta, apagué la cámara y me fui a dormir a mi habitación, a una cama de verdad.
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Acabamos de llegar del viaje fotográfico India Norte, un viaje muy intenso en el que nuestros viajeros han disfrutado como nunca y han hecho unas fotos extraordinarias.
No os voy a mentir, este viaje ha sido especialmente duro: hemos tenido que levantarnos muchos días antes de las 5 de la mañana para aprovechar la mejor luz, durante el mediodía hacía muchísima calor, y en ciudades como Varanasi la humedad era agobiante. Hemos vivido historias durísimas, como la de las viudas blancas en Vrindavan, y hemos conocido a gente cuyas historias personales nos han cambiado para siempre.
Y es que siempre digo lo mismo: de estos viajes nunca se vuelve siendo igual….
Pero nuestros 3 viajeros, Inma, Florencio y Raúl, han estado a la altura, comprometidos desde el primer día hasta el último, disfrutando cada segundo y haciendo que éste sea un viaje inolvidable. Yo por mi parte he intentado compartir lo que éste país y sus gentes significan para mí, lo que siento paseando por sus calles y hablando con ellos.
El primer día teníamos preparada una sesión con unas modelos en Delhi, para que los alumnos fueran abriendo boca. Nuestros viajeros tuvieron la oportunidad no sólo de fotografiarlas, sino de conocer a sus primeros amigos locales. Y es que si viajas y no conoces a ningún local, no has viajado.
Hasta hace algunos años, en ciertas zonas de La India, existía una ceremonia llamada Sati por la cual obligaban a las mujeres a inmolarse en la pira funeraria del recién fallecido marido. En el siglo XIX se prohibió esta cruel tradición, aunque hoy día se ha sustituido por algo no menos duro. Una muerte en vida.
Cuando el marido fallece, la viuda debe vestir ropas blancas (el color de la muerte en La India), raparse la cabeza, no ponerse maquillaje ni joyas, y eliminar cualquier rastro de belleza. Se considera que traen mala suerte, por lo que son repudiadas y muchas veces son echadas de casa.
Casi todas acaban en la ciudad santa de Vrindavan, la ciudad donde el Dios Krishna pasó su juventud. Allí vagan por las calles pidiendo limosna y cantando por los templos, intentando expiar sus pecados y que Krishna les conceda el perdón.
A día de hoy ya hay algunas ONGs que ayudan a estas mujeres, sacándolas de las calles, dándoles un sitio donde vivir e intentando recuperar la dignidad arrebatada.
Nosotros estuvimos en una de estas organizaciones, empapándonos de algunas historias duras y documentando una India de la que nunca se habla. Y como siempre hacemos, dimos un poco de dinero a la asociación.
Por supuesto, también tuvimos tiempo de disfrutar de la música de los Hare-Krishna, que están todo el día cantando y bailando en los templos. Una gente muy simpática, la verdad. También paseamos por el río Iamuna, donde pudimos absorber una parte de La India que no sale en las guías. Cuando me preguntan cómo puedo hacer estas fotos, siempre digo lo mismo: La única manera de poder hacer estas fotos es acercarse a ellos y vivir, aunque sólo sean unos segundos, como viven ellos. Aceptar su té, sentarse en sus mantas sucias y compartir unas horas con alguien que quedará plasmado en tu retina toda una vida.
Al llegar a Agra, de noche, nos encontramos con que detrás de cada esquina había gente celebrando bodas. Era increíble, yo creo que conté al menos 30. Quizás porque era fin de semana, no lo sé. A la noche siguiente decidimos probar suerte y acercarnos a hacer unas fotos a una de estas celebraciones. Rápidamente nos invitaron a entrar, y pudimos disfrutar de una auténtica ceremonia hindú y de la comida más picante de la historia.
Por supuesto fuimos el centro de atención, y los invitados se hicieron con nosotros 450 mil millones de selfies, sin exagerar.
Evidentemente, no podíamos perdernos una de las maravillas del mundo, el Taj Mahal. Por supuesto nos hicimos la foto turística de rigor, pero no nos íbamos a conformar sólo con eso. Buscamos la forma de ver el Taj Mahal desde el otro lado, desde detrás del río. Si paras a un rickshaw te van a llevar allí, pero a la parte donde va todo el mundo, un recinto en el que tienes que pagar por entrar y pelearte con miles de turistas para buscar tu hueco.
El truco es dar la vuelta a ese recinto, buscando el río. Además, cuando uno explora casi siempre encuentra algo interesante: pasamos por un barrio por el que estoy seguro que no ha pasado un guiri en la vida, ya sabéis, estamos en Agra, la gente va del hotel al Taj Mahal y poco más.
De hecho, la gente se asombró tanto de vernos por allí que se formó un jaleo increíble. Los niños nos rodearon, riendo y jugando, unos zapateros nos metieron en su taller y estuvimos haciendo fotos allí, los vecinos venían a hablar con nosotros….
Y por supuesto, pudimos capturar el Taj Mahal desde un punto de vista totalmente diferente:
Haridwar es quizás uno de los puntos donde el Ganges pasa más limpio. Pasear por los ghats es siempre una mina de oro para los fotógrafos, aunque la noche es quizás el momento en el que se pueden sacar más fotos increíbles.
Todos los días, al atardecer, se hace una ceremonia llamada Aarti, y miles de personas se congregan para purificarse mediante el fuego y el agua. Desde todas las partes de La India vienen personas para conocer uno de los sitios más sagrados del hinduismo, y bañarse en las aguas del Ganges. Extrañamente, éramos los únicos extranjeros, de nuevo. Paseando entre la multitud nos daba la sensación de estar trabajando para National Geographic en algún sitio que aún no conocía la civilización.
Amritsar es la ciudad de los Sij y del Templo Dorado. El sijismo es una de las religiones más interesantes que he conocido nunca. En primer lugar, no vale nada entrar en sus templos, ni siquiera en el Templo Dorado. De hecho, en cada templo dan comida gratuita a todo aquel que quiera comer, sea de la religión que sea. Sólo en Amritsar se dan cada día más de 100.000 comidas.
Además, los sij son siempre encantadores. Están deseando ayudar a todo el mundo, es alucinante. Puedes confiar en ellos al 110%.
Los sij tienen que llevar siempre 5 cosas: barba y pelo largo sin cortar, recogido en un turbante, un peine de madera para recogerse el pelo, un brazalete metálico, ropa interior de algodón, y una pequeña daga llamada kirpan. El kirpán nunca debe desenvainarse para atacar, pero puede usarse para la autodefensa o para proteger a un tercero.
El Templo Dorado es un sitio mágico de noche, la música sagrada lo envuelve todo y los peregrinos no dejan de llegar. Por supuesto, olvídate del flash, sólo vas a conseguir cargarte el ambiente, mejor utiliza objetivos luminosos, f1.8 o f1.4.
En La India existe un pequeño rincón tibetano, en un pueblecito llamada McLeod Ganj. Fue allí donde llegó el Dalai Lama en 1960, huyendo de la ocupación china, y donde ahora se encuentra su residencia. Muchos tibetanos le siguieron después, y este pequeño pueblo de montañas se llenó de monasterios budistas, templos y escuelas.
Intentamos ver al Dalai Lama, que se encontraba en su residencia, pero fue imposible. Últimamente sale muy poco debido a su avanzada edad, así que tendremos que intentar tener más suerte otro año. Aprovechamos para visitar el museo tibetano, muy duro, en el que se cuenta la historia del Tibet y de la ocupación china, todo documentado con fotos que te ponen la piel de gallina.
Por ejemplo, todos los años se siguen inmolando varios tibetanos en protesta por la ocupación china. Algunos incluso no llegan a los 20 años. ¿Has visto eso alguna vez en la tele, en las noticias, en los periódicos? Yo tampoco.
Uno de los sitios más interesantes de McLeod Ganj es la Tibetan Children Village, un colegio y hogar para miles de niños refugiados tibetanos. Muchos de estos niños son huérfanos, o sus padres están aún en el Tibet, o trabajando en otra ciudad a miles de kilómetros, y aquí se les cuida y se les educa.
Casi 200 niños viven aquí, reciben educación tibetana, se les da de comer y se les cuida cada día. Es un sitio en el que cuesta mucho hacer fotos al principio, son muy reticentes porque piensan que pueden tener represalias del gobierno chino si se publican fotos de ellos en internet.
La ocupación del Tibet es un tema muy complejo y duro, y si te interesa te aconsejo que visites McLeod Ganj, que vayas al museo tibetano y que visites la Tibetan Children Village. Es duro, pero necesario.
Y nuestro viaje fotográfico India Norte terminaba en Varanasi, un punto neurálgico de la cultura hindú. La ciudad donde todo hindú quiere ser quemado.
El laberinto de calles estrechas, donde a cada paso hay un personaje único, hacen de esta ciudad el paraíso para los amantes de la fotografía urbana. Y por supuesto, los ghats, donde a cualquier hora del día es un espectáculo: abluciones, oraciones, gente lavando y secando ropa, clases de natación, yoga, meditación, cremaciones de muertos, partidos de cricket, sadhus, ceremonias al atardecer…. Me atrevería a decir que es imposible no hacer buenas fotos en Varanasi.
Estuvimos 4 días aquí, disfrutando como niños de la fotografía. Es de esas veces que estás deseando coger la cámara siempre, porque sabes que en cualquier momento te vas a encontrar con una foto espectacular.
Y por último, aquí tenéis un resumen con las mejores fotos de los viajeros.
Fotos que te transportan al país y parece que estás allí, fotos que además nos cuentan historias, nos hablan de sus habitantes… en definitiva, son fotos que no dejan indiferente.
Durante 19 días nos metimos en sus casas, comimos con ellos, caminamos por las rutas menos trilladas, nos empapamos de sus vidas y sus historias más íntimas… ¿ha merecido la pena?
¿Qué opinas? ¿Te han gustado las fotos de nuestros viajeros? ¿Crees que ha merecido la pena el viaje? ¡Déjanos tus comentarios y sugerencias!
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Viaja.
No le des más vueltas. Mientras antes mejor. Con la edad todo se va complicando y te será cada vez más difícil viajar.
Prueba a viajar solo. Prueba a vivir en otro país. Prueba a practicar tu deporte favorito con gente de otras culturas, de otras razas, de otras religiones.
¿Has jugado alguna vez con monjes budistas al baloncesto? ¿Al billar con senegaleses? ¿Al fútbol con ingleses? ¿Te has emborrachado con gente que no hablara tu idioma?
¿Y qué esperas para hacerlo?
Viaja con humildad, sin orgullo. Sin dar lecciones. Pero también viaja sin complejos de inferioridad.
Y déjate asombrar. Viaja como un niño, sorpréndete de cada cosa nueva que veas. Disfruta al máximo con cada vivencia, con cada persona que conozcas. Y lo mejor para disfrutar es no comparar lugares. Olvida eso de «en Sevilla tenemos una catedral más bonita», «no está mal, pero he visto cascadas mejores en Paraguay», o «el arroz en mi ciudad lo cocinan mucho mejor».
Atrévete a comer cosas nuevas. Come lo que nunca vayas a comer en tu país.
Conoce a gente. Déjate guiar por ellos, pregunta a desconocidos, en cada calle, en cada autobús, en cada sitio que estés. Pregúntales cómo viven, qué hacen, qué comen, a qué dioses rezan, interésate por sus trabajos, por su familia, por sus sueños. Háblale de tus sueños a gente que nunca más vas a volver a ver.
Busca cualquier excusa: que te han despedido, que te ha dejado tu pareja, la muerte de un familiar, que quieres probar suerte en otro sitio, cambiar de aires, probar fortuna, buscar otro trabajo….
Olvida el «cuando los niños crezcan», «cuando me jubile», «cuando me toque la lotería», …. cada año te será más y más complicado viajar. Sal ya, hazlo ya.
Da igual que sea lejos o cerca, de lujo o mochilero, en hotel o en tienda de campaña, en avión, en barco, en bicicleta, en coche o andando. Invierte en ti, nada te dará más, nada te hará mejor persona, nada te enseñará más.
Viaja.
+ Instagram: @german_fotomundos
No te vayas con las manos vacías, ¡aquí tienes un regalo!
En los últimos meses he recibido un montón de emails preguntándome por el visado a La India. Lo entiendo perfectamente, no es el visado más fácil de sacar del mundo. Hay países, como Tailandia, donde no tienes que preocuparte de nada. Compras tu vuelo, y cuando llegas al aeropuerto de Bangkok, allí mismo te realizan el visado. Es lo que se conoce como Visa on arrival (visa a la llegada). Y encima el visado tailandés es gratis para los españoles.
Hay muchos países con Visa on arrival, como Nepal, Vietnam, Camboya, Australia, Egipto, Etiopía…., pero hay otros países donde los españoles necesitamos sacarnos el visado antes de viajar. Uno de esos países es La India.
En esta guía te explicaré paso por paso lo que tienes que hacer para sacarte el visado para uno de los países más diferentes y espectaculares del planeta. Te aconsejo que leas hasta el final, porque tengo guardados 2 super trucos que te ahorrarán muchos dolores de cabeza.
Si vas a estar 30 días o menos estás de enhorabuena, porque desde hace poco se puede hacer el visado online, evitando los pesados trámites que supone hacer el visado normal. Y además es mucho más barato, unos 50 €, por casi 90 € que cuesta el visado clásico.
Si entras en esta web, verás que abajo del todo te indican los 4 pasos que tienes que seguir para realizar tu visado online.
¿Pero qué pasa si tienes que estar más de 30 días en La India? Entonces, amigo mío, tienes que prepararte mentalmente para el engorroso y largo proceso burocrático indio. Y por supuesto, pagar más dinero, casi 90 €.
En primer lugar, tienes que tener en cuenta que la única empresa oficial donde te puedes sacar el visado para La India es Arke BLS. No busques más opciones, porque todas las empresas que te dicen que pueden hacerte el visado tienen que hacerlo a través de ellos, que son los oficiales.
En la web de Arke BLS tienes toda la información que necesitas para realizar el visado, aunque la verdad es que al principio es un poco caótico, hay información por todas partes, enlaces y más enlaces, y se vuelve uno loco. Voy a resumirte de la manera más fácil que pueda los pasos que tienes que hacer y los documentos que tienes que presentar para hacer un visado a La India de turismo de 3 ó 6 meses. En primer lugar, voy a contarte todo lo necesario SI NO VIVES EN MADRID.
Lo primero que tienes que hacer es rellenar el impreso de solicitud de visado. Es casi igual al impreso para el visado online, pero algo cambiado.
Entra aquí para empezar. Ve abajo, donde pone: Step 1, Apply online, y pincha sobre el icono del ordenador. Se te abrirá un impreso que tienes que rellenar.
Aquí tienes una ayuda en español para rellenar los datos. Apunta el número que te viene arriba, donde viene escrito Temporary Application ID. Con ese número podrás continuar más adelante, si quieres salir en cualquier momento o se te cierra la aplicación.
Ten preparada una foto carnet escaseada, ya que te la pedirá al final. Un truco por si no tienes scanner es utilizar simplemente la cámara del móvil. Haces una foto a la foto carnet, la metes en el ordenador, y con cualquier programa (por ejemplo photoshop), la recortas.
Una vez que terminas de rellenar todos los datos, guarda el archivo final e imprímelo. Tendrás que pegarle una foto en la esquina superior derecha de la primera página. Hacen mucho hincapié en que la foto esté pegado y NO grabada. Fíjate que tienes que firmar este documento en 2 sitios: justo debajo de la foto, y abajo del todo en la segunda hoja.
Hay 2 documentos que obligatoriamente tienes que imprimir, leer y firmar. Son los siguientes:
– Declaración firmada y errores más comunes: Es una lista con los errores más comunes que se suelen cometer y por los que deniegan los visados. Es importante que leas la lista y compruebes que tú no has cometido ninguno. Algunos de esos errores son: grapar la foto en vez de pegarla, no poner tus 2 apellidos al rellenar la solicitud de visado, no firmar debajo de la foto…
Descárgatelo, léelo y firma las 2 hojas.
– Impreso de retorno del pasaporte: Este impreso sirve para que Seur sepa donde debe devolver tu pasaporte una vez que te hayan puesto el visado en la embajada.
Tienes que descargártelo y rellenarlo con tus datos.
Tienes que hacer un ingreso o transferencia en cualquiera de estas cuentas. Tienes que tener en cuenta que al precio del visado (64’50€), tienes que sumarle el precio que te cobra Seur por llevarlo y devolvértelo (de 24 a 38 euros más). Por ejemplo, yo que soy de Sevilla tengo que pagar 64’50 € del visado, más 24 € de Seur, en total 88’50 €. (Si te parece caro, mira lo que pagarías si fueras ciudadano británico… OMG!! )
Una vez efectuado, imprime el comprobante.
Ahora tan sólo te queda meter todo en un sobre y llamar a Seur. Recapitulemos. Éstos son los documentos que tienen que ir dentro del sobre:
– Pasaporte original. Comprueba que no esté caducado y que no caduca como mínimo hasta dentro de 6 meses.
– Fotocopia de la primera hoja del pasaporte, donde están los datos.
– Copia de la solicitud de visado. Comprueba que has pegado una foto tamaño carnet en la esquina superior derecha, y que has firmado dos veces: justo debajo de la foto y al final de la segunda página.
– Copia del comprobante del banco con la transferencia de las tasas.
– Impreso de retorno del pasaporte.
– Declaración firmada con los errores más comunes.
Y ya está. ¿Lo tienes todo? Repásalo una vez más. ¿Ya? Ok, pues es hora de llamar a Seur. Aquí tienes su número: 902 10 10 10.
Es muy importante que les digas que quieres hacer un envío «a portes debidos», 24 horas estándar. Si vives en Baleares, Canarias, Ceuta o Melilla debes indicar entonces «a portes debidos», 48 horas estándar.
Si vives en Madrid no tendrás que mandar tu pasaporte por mensajería, con lo que todo será mucho más rápido y barato. Te ahorrarás dinero y tiempo.
Los pasos y documentos serán casi los mismos, con excepción de:
– No tienes que imprimir ni presentar el documento de retorno del pasaporte.
– La declaración firmada y errores más comunes que tienes que descargar es ésta.
– Las tasas las pagas en ventanilla, no tienes que hacer transferencia, y no pagas nada a Seur, por lo que sólo pagas el visado, 64’50 €.
– Los documentos que tienes que presentar en ventanilla son los siguientes:
¡Y ya está! Mucho más fácil y rápido si tienes la suerte de vivir en Madrid.
Espero que esta pequeña guía te haya servido. ¡Ojalá hubiera tenido yo una la primera vez que hice el visado a La India! Como tardan tanto en mandarlo pensé que había hecho algo mal y que no me lo iban a conceder.
Y por último, aquí tienes lo que te prometí al principio del post: los 2 consejos que te ahorrarán muchos dolores de cabeza:
– Si tienes pensado pasar unos días en Madrid, aprovecha para realizar el visado en ventanilla. Si no hay mucho jaleo pueden dártelo incluso en el mismo día (aunque no es seguro).
– Vas a tener muchos problemas para entrar en La India si eres fotógrafo, periodista, escritor, productor, publicista o cualquier profesión relacionada con los medios de comunicación. Ten en cuenta que tendrás primero que mandar un email a la embajada india en Madrid y aportar la documentación que te requieran. Una vez que te den permiso, podrás solicitar el visado, aunque te costará mucho más, 109’50€ + tasas de Seur. Un proceso aún más largo y caro, por lo que tendrás que tenerlo muy en cuenta para que no te lleves sorpresas.
¿Has estado alguna vez en La India? ¿Tuviste problemas para sacarte el visado? ¿Conoces algún truco que deberíamos saber? ¡Déjanos tus comentarios y sugerencias!
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Vietnam se está volviendo últimamente un destino muy popular. Y no es para menos, es un país bestialmente bonito, lleno de gente hospitalaria, sonriente y buena. No es nada peligroso, y encima puedes encontrar hoteles increíbles por 10 € y puedes comer en cualquier sitio por 2 ó 3 €.
En base a nuestra experiencia y las veces que hemos estado en ese país, te dejamos con estos 10 consejos para viajar a Vietnam:
Como siempre pasa en los sitios donde todo es tan barato y donde la gente es acogedora y sonriente, todo puede cambiar demasiado rápidamente. El turismo hace que los locales pierdan la inocencia y es cuestión de tiempo que nos encontremos con sitios sin encanto, como si fueran parques temáticos, enfocados al turismo, masificados, con precios por las nubes, etc….
Además, desde hace unos meses los españoles no tenemos que pagar visado para entrar en el país, por lo que seguro que empieza a ser visitado por muchísimas más personas.
Hay un autobús, el Open Tour Bus, con el que puedes recorrer Vietnam de norte a sur o viceversa, al ritmo que quieras. Es una gran opción, porque pasa por los sitios más importantes y es barato: entre 30-40 $. ¿Cuál es el problema? Que lo coge TODO el mundo.
Hanoi, Hue, Hoi An, Dalat, Mui Ne, Nha Trang, Saigon. Esas son las ciudades que recorre el autobús, y son las que todo el mundo recorre. Y por supuesto, Sapa y la bahía de Halong.
Y no es que esos sitios no sean bonitos o no haya que verlos. Si va tanta gente, por algo será…..
Yo creo que es una muy buena idea coger el autobús si es tu primer viaje a Vietnam y quieres hacerte una idea del país. Eso sí, que sepas que vas a estar continuamente rodeado de extranjeros. Y no es que eso sea malo, sólo que tienes que tenerlo en cuenta.
Hay muchas alternativas si quieres ser el único guiri, Vietnam es un país grandísimo, y a veces sólo basta con ir al pueblo de al lado del que nos recomienda la Lonely Planet, y encontraremos un sitio increíble y sin un solo turista.
Lo mismo pasa con Halong Bay: justo al lado existe la bahía de Tu Long, igual en belleza pero menos masificada.
Cuando llegues a Vietnam, lo primero con lo que vas a alucinar va a ser con la cantidad de motos que hay por las calles. Es algo dantesco. ¿Cómo se cruza? Porque casi no hay semáforos ni pasos de cebra. ¡Ni se te ocurra intentar correr! Aquí te explicamos cómo hacerlo.
Éste debería ser el consejo número 1. Tatúatelo en la frente y tenlo siempre en cuenta: cualquier duda que tengas, no le preguntes a un hombre. Siempre a una mujer. Si necesitas saber la dirección de una calle, dónde está tu hotel, dónde está el teatro de marionetas, dónde se come el mejor perro asado del pueblo….
Los hombres siempre te van a indicar, aunque no tengan ni idea. Por su cultura, consideran muy feo no saber algo, así que aunque no lo sepan te dirán que sí, y te indicarán una dirección errónea. Esto pasa muchísimo. La diferencia entre hombres y mujeres en toda Asia es grandísima, pero en Vietnam es algo brutal.
Habrá momentos en los que tengas que discutir con un Vietnamita, cuando crees que te están intentando estafar, cuando estás regateando un precio, etc…
En cualquier caso, aunque creas que te están intentando engañar, sonríe siempre. Los vietnamitas son como niños, son gente siempre hospitalaria y buena, pero hay una cosa que les puede sacar de quicio: que alguien, sobre todo un extranjero, demuestre delante de mucha gente que él se equivoca.
Por lo tanto, la mejor opción si ves que te están intentando cobrar de más en un autobús, no es enfadarte y hacerle ver que tú tienes la razón. Eso sólo te dará problemas. Tampoco digo que te calles y aceptes que te engañen en cada momento, eso tampoco. Discute, pero con una sonrisa. Tómatelo como un juego. Al fin y al cabo, cuando te intentan engañar, normalmente son sólo algunos céntimos lo que puedes perder.
Discutir en Asia es todo un arte. Yo he conseguido muchísimos buenos amigos y un montón de experiencias divertidas así.
Si te gusta la noche, Vietnam es un sitio magnífico, porque a diferencia de muchos otros países Asiáticos, hay un buen grupo de gente local de clase media que se pueden permitir el viajar por su país, salir por la noche de fiesta, tomarse unas copas, etc…
Es muy fácil, tan sólo pregunta a algún grupo de chicas vietnamitas (de nuevo te recuerdo el punto 4) que veas con ropa elegante. Seguro que esa noche vas a conocer a millones de personas, vas a ser el centro de atención y no vas a pagar ni una cerveza.
Salir una noche con gente local es una experiencia única.
En los sitios de costa, como por ejemplo Mui Ne, ponen puestos de comida a lo largo del paseo marítimo. Son peceras enormes donde puedes encontrar de todo, incluso unas ranas gigantes que yo no tuve el valor de probar. Cosas prohibitivas en occidente, como ostras o bogavantes, allí te puedes hartar por pocos euros.
Hoi An es una ciudad preciosa. A mí personalmente me encanta. Pero una de las cosas más curiosas es que te vas a encontrar por toda la ciudad miles de sastrerías. Pero miles, es increíble. ¿Cómo podrán sobrevivir todas? Ni idea….
Pero la cuestión es que te puedes dar el lujo de hacerte un traje a medida por 5 veces menos de lo que te gastarías en tu país. Como en todas partes, depende de donde vayas. Te vas a encontrar sitios donde te puedes hacer un traje a medida por 5 euros, y otros donde te cobrarán 100. Yo te recomiendo no irte a lo más barato, pero tampoco a lo más caro. Vas a poder tener un traje a medida por 30 €, cuando en tu país el mismo te hubiera costado 200 €.
Sé que hay mucha gente a la que la idea de entrar en un museo dedicado exclusivamente a la Guerra de Vietnam le puede parecer estremecedor. Y sin duda, lo es. Pero yo siempre lo aconsejo porque te da una perspectiva nueva. Vas a ser capaz de entender mucho mejor lo que este pueblo sufrió durante tantos años. Y vas a apreciar aún más lo buenos y hospitalarios que son.
No te cortes, no es algo insultante para un vietnamita. Para ellos es algo normal, su día a día. Entre ellos regatean continuamente.
Eso sí, tienes que respetar las reglas del juego. Porque el regateo tienes que tomártelo como lo que es, un juego. Aquí algunas reglas básicas.
¿Se te ocurre algún otro consejo? ¿Conoces Vietnam? ¡Déjanos tus comentarios y sugerencias!
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