Desde que la fotografía digital se ha asentado en nuestras vidas hacemos muchas más fotos que antes. Esto se ha acentuado con los smartphones: ahora cualquiera puede hacer una foto en cualquier sitio y en cualquier momento.
Podemos hacer todas las que queremos gratis, por lo que vamos acumulando gigas y gigas de fotos que la mayoría de las veces no volvemos a ver.
Pero un día… ¡Oh, mierda! El disco duro no se enciende. En 1 segundo se acaba de ir al carajo años de recuerdos.
Seguro que te suena la historia, ¿verdad? Y si no te suena… ¡enhorabuena! Eres una de las pocas personas de la historia de la humanidad que no ha perdido fotos al estropeársele un disco duro.
Y lo mismo pasa con el móvil. Algún día deja de funcionar y es cuando caemos en la cuenta de que deberíamos haber hecho copias de seguridad.
¿Cuál es la solución?
Hay gente que guarda todo en 2 discos duros, y los más precavidos guardan un tercero en casa de un familiar.
Es una buena solución para los que se dedican a la fotografía de manera profesional, ya que no sólo tienes que guardar datos personales, sino que tienes en tus manos fotos de clientes.
No quiero ni imaginar lo que le pasaría a un fotógrafo de bodas que perdiera las fotos de algún cliente antes de dárselas.
A un amigo mío le pasó algo parecido, pero con vídeo. Grabó la boda de su hermano, y antes de que pudiera pasarla al ordenador grabó encima algo. Cuando se dio cuenta estuvo a punto de irse a La India en bicicleta.
Y no es para menos…
Pero si estamos hablando de fotos personales, no hace falta gastarse tanto dinero en disco duros ni quebrarse tanto la cabeza. La solución es mucho más fácil:
¡¡Imprime tus fotos!!
Cada vez lo tenemos más fácil y más barato. Puedes ir a cualquier tienda de fotografía, imprenta, o incluso hacerlo por internet, hay muchas webs de impresión muy baratas y que te llevan las fotos a casa. Siempre ten en cuenta una cosa muy importante: a veces recortamos las fotos, las reencuadramos, y las proporciones cambian. Por ejemplo, con mi cámara la proporción ancho x alto es 2×3. Es decir, podría sacar copias 10×15, 20×30, 13×18, 30×45, etc… Si por algún motivo recortas y cambias las proporciones, el sitio donde las imprimas debe ser lo suficientemente profesional para no recortar la imagen, o peor aún, estirarla y deformarla.
Por ejemplo, una vez llevé a imprimir a una tienda de fotografía una foto que reencuadré a formato cuadrado. Les indiqué que una de las fotos tenía formato cuadrado y que la quería 15×15. Cuando la recogí me dieron una 10×15 con la imagen estirada… Lamentable.
Lo que me dieron
Lo que deberían haberme dado
Mi recomendación es que primero hagas una prueba con pocas fotos, y si te gusta el resultado, mandes todas.
¿Imprimo las 15000 fotos de mi disco duro?
Nooooooo. Rotundamente no. ¿Crees realmente que imprimir tus recuerdos merece que desaparezca la selva amazónica? Haz una selección. Sé duro contigo mismo, no imprimas fotos repetidas (sólo con este consejo vas a descartar la mitad).
Cuando te lleguen las fotos y las tengas en la mano no te vas a arrepentir. Ya casi hemos olvidado eso, ¿verdad? Tocar una foto, palparla. Sentarte con tu familia o amigos alrededor de un cajón lleno de fotos y recordar buenos mementos. Y el olor que deja en ellas el paso del tiempo.
¿Y que haces con el resto de fotos?
Tienes 2 opciones:
Dejarlas en el disco duro, pero ya sin la presión ni preocupación de que si se estropea perderás todo.
Borrarlas. Sí, tal como suena. Borrar todas las descartadas. Así ahorras espacio en el disco duro y, créeme, sentirás un alivio increíble.
No las vas a volver a revisar, nadie lo hace.
Olvídate de ellas, las has descartado. Sales feo, están oscuras, quemadas, no son graciosas… las buenas ya las tienes en papel. ¿Para qué guardar basura?
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Quizás el nombre de Álvaro Neil no te suene demasiado, pero apostaría que la palabra “Biciclown” sí que tienes la sensación de haberla escuchado alguna vez.
Álvaro Neil, el Biciclown, seguramente sea uno de los viajeros en bici más famoso del mundo. Lleva 12 años viajando en bicicleta, 10 de manera ininterrumpida, ha recorrido 78 paises y más de 136.000 kilómetros.
El nombre de Biciclown es debido a que viaja en bici y a que es payaso. Así de sencillo. Lleva todos estos años ofreciendo por todo el mundo espectáculos de clown, magia, malabares, y acrobacia de forma gratuita a favor de las personas más humildes.
Todo comenzó el 8 de Octubre del 2001, cuando decidió embarcarse en un proyecto por Sudamérica al que bautizó como “Kilómetros de Sonrisas”, y en el que recorrió durante 2 años a lomos de su bicicleta Bolivia, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Paraguay y Uruguay. Ofreció 49 espectáculos y repartió sonrisas a más de 21000 personas.
Cuando llegó a casa se dio cuenta de que no quería parar, que quería dar la vuelta al mundo haciendo lo mismo, y el 19 de Noviembre del 2004 salió hacia África. En este nuevo proyecto, llamado “Miles de Sonrisas Alrededor del Mundo” (MOSAW), ha recorrido África, Asia, Oceanía y América. Dentro de unos días se cumplen 10 años del comienzo de esta aventura, y Álvaro seguirá viajando, pues aún le queda Sudamérica y Europa para terminar la vuelta al mundo.
Aquí puedes ver algunas de las fotos que ha ido haciendo en su largo viaje. Puedes encontrar muchas más en su web:
En fotoMundos hemos tenido el privilegio de que nos conceda una entrevista, aprovechando una parada que ha hecho unos días en Perú. En ella nos habla de algunos de los países más maravillosos del mundo, como Mongolia o Japón, de su experiencia al conocer al famoso payaso Patch Adams, da algunos consejos para aquellos jóvenes que tengan ganas de aventuras, y nos desvela la gran pregunta que todo viajero se hace: ¿se liga más siendo nómada?
Para poder llevar gratis la risa por todo el mundo el Biciclown ofrece conferencias, talleres de clown, y edita libros y documentales de su experiencia. También cuenta con la ayuda de algunas empresas y de personas que comparten los principios del proyecto MOSAW y que colaboran mediante donaciones con la idea de llevar Miles de Sonrisas Alrededor del Mundo.
Desde fotoMundos te aconsejamos encarecidamente que leas alguno de sus libros. En ellos te vas a encontrar aventura de la que nos gusta a nosotros, auténtica y real, sin artificios, sin heroes ni villanos, libros de esos que te agarran y no te sueltan hasta que te los termines enteros.
Puedes seguir las aventuras del Biciclown en su web, seguirlo en twitter o facebook.
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Los objetivos de focal fija son aquellos que no tienen zoom. En un principio esto es una desventaja, ya que para acercarte a algo que quieras fotografiar tienes que utilizar tus piernas.
Cuando en 1959 se presentó el primer zoom para una cámara fotográfica SLR de 35mm, la forma de ver la fotografía cambió. Con un giro de muñeca entrabas en un mundo distinto. Impresionante. Para los fotoreporteros y fotógrafos de naturaleza son algo imprescindible.
Entonces… ¿por qué iba a querer alguien volver a los anticuados objetivos fijos?
Nosotros hemos enumerado estas 8 razones:
Son más baratos
La primera razón, y muchas veces la más poderosa. Te va a salir siempre mucho más barato comprarte un 28mm y un 70mm que un zoom 28-70 de iguales características. ¿Por qué? Hay que tener en cuenta una cosa que quizás no sepas: los objetivos zoom son una verdadera obra de arte de precisión e ingeniería, por lo que cuesta mucho dinero fabricarlos. Los objetivos fijos son mucho más fáciles de hacer, por lo que su precio es mucho menor. Por ejemplo, podemos conseguir un objetivo de una calidad extraordinaria por menos de 100 €, el 50mm 1.8.
Tienen más calidad
Dentro de un objetivo hay varios cristales que la luz tiene que atravesar en su recorrido hasta llegar a la cámara. Cada vez que la luz atraviesa uno de esos cristales se refracta, es decir, va a perder un poco de calidad. Por muy bueno que sea el objetivo, por muy buenos que sean los cristales que lleve dentro, siempre se va restando un poco de calidad cada vez que la luz los atraviesa. Un objetivo zoom tiene muchísimos más cristales que un objetivo fijo.
Para que te hagas una idea, el 24-105 f4 tiene 18 elementos. El 50mm 1.8 tiene 6.
Y todo esto se traduce, como ya habrás adivinado, en que cuando la luz llega a la cámara después de atravesar un objetivo fijo, llega mucho menos refractada, es decir, con menos pérdida de definición y calidad. Por supuesto, esto no quiere decir que no hay objetivos zoom de extraordinaria calidad, pero siempre va a costar muchísimo más dinero un zoom de buena calidad que un fijo de buena calidad.
Tienen más luminosidad
Esto está relacionado directamente con los 2 puntos anteriores. Cada vez que la luz atraviesa un cristal no sólo se refracta sino que pierde algo de fuerza. Por muy transparente que un cristal sea, siempre va perdiendo algo, por lo que siempre vamos a poder construir objetivos fijos mucho más luminosos que los zoom. Por ejemplo, 50mm 1.8, 28mm 1.2, 85mm 1.4, etc… Nunca he visto un zoom bajar de f2.8, desconozco si existe algún zoom más luminoso, creo que no, porque para construir un zoom con un número f tan bajo se requeriría una tecnología y un gasto de dinero brutal.
Bueno, ¿y para qué quiero tener más luminosidad? En primer lugar, porque vas a poder afrontar muchas situaciones que se nos presentan en la fotografía de viajes: fotografía en interiores, con poca luz, casas, iglesias, cuando amanece o atardece, street photography de noche, etc….
Y en segundo lugar, al poder abrir más el diafragma vas a poder disminuir la profundidad de campo y utilizarla como elemento compositivo.
La foto que encabeza este post es una muestra de ello. La hice en Sevilla de noche, aprovechando la luz de coches, farolas, luminosos, etc… Utilicé un 85mm 1.8, lo que me proporcionó un bokeh precioso y la posibilidad de no subir mucho el ISO. Si hubiera utilizado un zoom, por ejemplo el típico 70-300 4-5.6, hubiera tenido que subir mucho el ISO para obtener el mismo resultado, con la consiguiente degradación de imagen. Tened en cuenta que de f4 a f1.8 van más de 2 pasos de diafragma, o lo que es lo mismo, con el 85mm 1.8 entra 4 veces más luz. Si utilizamos un zoom de más calidad, por ejemplo un 70-200 2.8, aún estaríamos a más de 1 diafragma de distancia, aparte de que estamos hablando de un objetivo que ronda los 2000 €, frente a los 400-500 € del 85mm 1.8.
Pesan menos
Por todos los motivos anteriormente descritos, ya habrás imaginado que los objetivos de focal fija pesan por normal general mucho menos. Durante un viaje fotográfico se gastan muchas energías: vamos a estar mucho tiempo de un sitio para otro, nos levantamos muy temprano, estamos en un país nuevo, atentos a cualquier detalle…, por lo que llevar el mínimo peso posible es muy de agradecer.
Puedes pasar desapercibido un poco mejor
Ok, hay que ser realistas. Si estás haciendo fotos en Camboya, Camerún o Perú nunca vas a poder pasar desapercibido. Eres un extranjero blanco, grande y gordo haciendo fotos con una super cámara que vale el salario de 2 años en muchos países. Así que olvídate de ser invisible y preocúpate de interactuar con la gente, hablar con ellos, preguntarles por su familia, por sus animales (no es coña), y verás como poco a poco te empiezan a admitir y vas a poder hacer las fotos que tienes en mente. Eso sí, mientras más grande sea tu equipo, más intimidados se van a sentir y más tiempo tardarán en confiar en ti.
Es una señal de profesionalidad
Hay varias señales visuales que hacen que la gente piense que está tratando con un profesional de la fotografía nada más verte, y una de ellas es utilizar objetivos fijos. Sí, ya sé que para ti la imagen que des al exterior no es importante y todo eso… pero seamos realistas: si estás en el mundo de la fotografía, estás en el mundo de la imagen, y cosas como saber coger bien la cámara, el tipo de equipo que llevas o tu actitud frente a escenas fotográficas dicen mucho de ti. Ningún profesional de la fotografía te va a tomar en serio en un principio si te ve con el pisapapeles que te venía con la cámara.
Se te agudiza el sentido de la composición
Lo que en un principio puede parecer el punto débil es, en realidad, su punto más fuerte. Esto es difícil de creer al principio pero muy fácil de comprobar. Cómprate el 50mm 1.8, son menos de 100 €, y sal con él a la calle. Al principio hay que acostumbrarse si no has utilizado nunca un objetivo fijo. Te resultará raro no poder acercar o alejar el zoom. Utiliza tus piernas. Muévete. Verás como tu cerebro empieza a funcionar a toda pastilla, como empiezan a surgirte ideas, nuevos ángulos, etc… El cerebro funciona mucho mejor cuando nos movemos, es algo científico. El estado natural del ser humano es estar en movimiento, no parados, y cuando las piernas se mueven se activan muchos sistemas en nuestro cuerpo que nos ayudan a pensar más rápido y actuar de manera más eficiente. Ahora que lo pienso…quizás sea por eso por lo que no puedo dejar de andar cuando hablo por teléfono….
Se empieza a disfrutar la fotografía de una manera diferente
Una de las frases más usuales de la gente al poco tiempo de empezar a utilizar objetivos fijos es: “Antes no lo utilizaba nunca y ahora no lo quito nunca de la cámara”.
Como el punto anterior, esto es más difícil de explicar que de comprobar. Pruébalo. Hazte con un objetivo fijo y utiliza sólo ese durante un par de días. Quizás una de las razones sea que te obliga a pensar. Y esto, en el mundo actual lleno de automatismos, es todo un reto. Quizás también porque te obliga a acercarte a la gente, a interactuar con ellos, y como ya explicamos en este post, es la esencia de la fotografía de viajes. O quizás sea que vuelve el instinto primitivo de caza, y ya sabéis lo que nos gusta conectar con este tipo de cosas primitivas….
¿Aún no estás convencido? Pues deja de leer esto ahora mismo y pruébalo por ti mismo. Y si se te ocurre alguna otra razón, no olvides comentarla más abajo.
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Fotografiar personas es la esencia de la fotografía de viajes, y una de las cosas que más le cuesta a los iniciados. Por eso son muchos los que, cuando vuelven de viaje, traen de recuerdo una inmensa mayoría de fotos de monumentos y edificios. No es que esté mal hacer esas fotos, ni mucho menos, pero… ¿no te gustaría traerte a casa también este tipo de fotos? ¿Quieres perder el miedo a hacer fotos a la gente cuando estás de viaje?
Gurú en el templo de Mansa Devi, en Haridwar, La India.
Niños buscando material reciclable en el basurero Steung Meancheye, Phnom Pehn, Camboya.
Lo primero que quiero que veas es este vídeo del gran Bruce Gilden, fotógrafo de Magnum. Principalmente trabaja en las calles de Nueva York, donde lleva haciendo fotos sin permiso muchísimos años. Según cuenta, casi nunca ha tenido grandes problemas. Y no sólo no pregunta, sino que les pega un flashazo en la cara a la gente.
Ok, ahora me dirás: “pero eso es Nueva York, allí están acostumbrados, eso lo hago yo en mi pueblo/ciudad y seguro que me pegan”.
Te aseguro que no…. si sabes cómo hacerlo. Atento a estos consejos:
Sé sincero
Un fotógrafo debe ser sincero en todo momento. La cámara no miente (aunque la fotografía es una gran mentira, pero hablaremos de eso en otro momento). Primero, un fotógrafo debe ser sincero con él mismo. Eso es lo más importante. Posiciónate. ¿Eres un creador de imágenes o un roba imágenes? Si tienes claro lo que eres, tendrás la seguridad de que no estás haciendo nada malo. Y cuando tienes esa seguridad, empiezas a perder tu miedo. Y en segundo lugar, un fotógrafo debe ser sincero con las personas a las que les vamos a hacer fotos, ya sea fotografía de moda, street photography, de viajes…. ¿Para qué vas a utilizar esas imágenes? ¿Para algo malo? No, ¿verdad? Entonces… ¿por qué crees que se va a enfadar alguien si les haces una foto? Al igual que antes, si tienes eso claro tu confianza aumentará, con lo tu miedo disminuirá. Al fin y al cabo, lo que tenemos entre las manos es una cámara de fotos, no una pistola.
Acércate
Este consejo parece ilógico, ¿no? Lo más instintivo sería ponerse lo más lejos posible, con un teleobjetivo, y así nadie se dará cuenta de que les hacemos fotos.
Bueno, el primer fallo de este planteamiento es pensar que las personas son pájaros o animales salvajes. Los fotógrafos de Naturaleza deben usar esos objetivos porque no les queda más remedio, los leones se los comerían y los pájaros saldrían volando. Afortunadamente, poca gente reacciona así….
El segundo error de este planteamiento es que la gente no es tonta, y algunos se van a dar cuenta de que hay alguien apuntándolos con un super zoom. Y eso sí que mosquea.
Por lo tanto, lo que te propongo es todo lo contrario. Utiliza un angular, un 35mm por ejemplo (en full frame), o incluso menos. Acércate a esa persona tan interesante. ¿Ya? Muy bien…. ¿y ahora qué hago? Sigue leyendo.
Muévete despacio
Actúa con naturalidad. Recuérdalo siempre, eres un fotógrafo, estás haciendo fotos. Lo que tienes en tus manos es una cámara de fotos. No es un rifle, un instrumento de tortura, etc… Por lo tanto, no estás haciendo nada malo.
Y para enfatizar todo eso, para que no se vea que estás haciendo fotos con algún fin maquiavélico, muévete despacio. Eso tiene un efecto muy curioso en el ser humano: nos hace confiar en la gente. Supongo que será algo instintivo, cuestión de supervivencia o algo así, no lo sé… Si te mueves rápido y a trompicones, tendrá el efecto contrario, inspirarás desconfianza.
Contacto visual
Mira a los ojos, por favor. Nunca me canso de pedirle esto a mis alumnos cuando estamos en algún viaje fotográfico. De nuevo, es un mecanismo que genera confianza. Recuerda que estás invadiendo el espacio de una persona, interrumpiendo lo que hace, quitándole intimidad. Lo menos que puedes hacer es mirarle a los ojos y demostrarle así tus respetos. Tampoco hace falta mucho más. No tienes que pagarle o darle las gracias durante 10 minutos.
¿Pedir permiso o no pedir permiso?
La gran cuestión. Están las dos opciones, y las dos son válidas. Cada una te dará un tipo de fotografía, y te servirá para situaciones diferentes que quieras capturar.
Si no tienes mucha práctica, te aconsejo que empieces pidiendo permiso. Como hemos dicho anteriormente, si te acercas con sinceridad y sin nada que esconder, muy poca gente te va a decir que no. Da igual que estés en Asia, África, o en tu pueblo. Créeme, muy poca gente me ha dicho que no cuando le he pedido permiso para hacerle una foto.
Por supuesto, es muy importante que seas respetuoso, y si has decidido pedir permiso a alguien y te ha dicho que no, no hacerle la foto. Bajo ningún concepto. No es que no. He visto a muchos fotógrafos que se toman un NO como un reto, que se esconden para hacer esa foto que no les dejan hacer, quizás pensando que va a ser la foto de su vida. Olvídalo, no es la foto de tu vida. Eso no existe. Una vez que te han dicho que no, para mí se ha perdido la magia y paso rápidamente a otro objetivo.
¿Y qué pasa si decido no pedir permiso? ¿Cómo lo hago? ¿De verdad puedo hacer una foto de cerca sin pedir permiso y que no me peguen o insulten?
Te aseguro que sí. De hecho, yo casi nunca pido permiso.
Te propongo un ejercicio: sal a la calle con tu cámara, ponle un angular, acércate a alguien que te parezca interesante, y ponte a hacer fotos a tu alrededor, sin hacerle fotos a esa persona. A la acera, a las flores, al cielo, a lo que sea. Al principio esa persona te mirará curiosa. Después de un rato dejará de mirarte, y en ese momento te pones frente a él, moviéndote despacio, y disparas. Después sigue disparando, a algún edificio, a una farola, etc….
Pruébalo y pruébate, y verás como no pasa absolutamente nada. Hazlo con muchas personas diferentes. Quizás alguien se moleste, alguno que otro se levante y se vaya, pero la mayoría no dirá nada, o te preguntará y querrá ver la foto. Eso nos lleva al siguiente punto.
Interactúa, sé curioso, interésate por la gente
Ésta es la esencia de la fotografía de viajes: la curiosidad. Si no eres curioso, nunca serás un buen fotógrafo de viajes. ¿Por qué le haces la foto a ese tipo? Porque te parece interesante, ¿verdad? Exacto, porque de alguna u otra manera te interesa. Pero la fotografía muchas veces no debería quedarse en una simple imagen anónima. Con la fotografía de viajes tenemos que contar historias. Las nuestras y las de las personas que fotografiamos.
Por eso, acércate a esa persona y pregúntale. Respóndele con sinceridad. Explícale lo que estás haciendo, lo que quieres hacer, el porqué le has hecho una foto o se la quieres hacer, porqué te ha parecido interesante. El porqué has recorrido miles de kilómetros para visitar su país y su pueblo.
Ya verás como la mayoría de la gente reacciona de una manera muy positiva.
De hecho, lo más normal es que en países muy hospitalarios este inicio de conversación pueda llevarte a invitaciones que te darán la posibilidad de hacer fotos mucho más íntimas y potentes. Interesándome por la gente he podido hacer fotos en bodas, en casas de locales, me han invitado a comer la comida real de ese país, he podido conocer a su familia, amigos, me he ido de fiesta con ellos, etc… En definitiva, he tenido experiencias muy auténticas que son difíciles de conseguir, por ejemplo, en un viaje organizado. Muchas veces la fotografía puede convertirse en un medio para conocer gente y hacer amigos allá donde vayas.
Prepara tu equipo antes
Una cosa es hacerle una foto a una persona, y otra muy distinta es robarle su tiempo y colmar su paciencia. No hay nada que corte más la magia del momento que un fotógrafo tocando botones y ajustando parámetros delante de alguien que ha dejado que invada su espacio personal.
La luz tienes que medirla antes. Haz un par de tiros de prueba a su alrededor. Sé rápido, y no te cebes. ¿De verdad necesitas 12 fotos de esa persona?
¡Y olvida el modo ráfaga! Te lo recuerdo otra vez: llevas una cámara de fotos, no una metralleta.
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Cada día te mando un correo gratuito con un consejo de viajes o de fotografía. Día que estás fuera, consejo que te pierdes.
Segunda parte de la entrevista que fotoMundos ha tenido el honor de realizar a Salva Rodríguez, un viajero que lleva recorriendo el mundo en bicicleta desde que salió de su casa en Granada rumbo a África en Enero del 2006, es decir, casi 9 años viajando en bici.
En ese tiempo ha recorrido África, Asia y América, y ahora mismo se encuentra recorriendo Europa, en la que quizás sea su recta final.
En esta segunda parte de la entrevista nos responde a la gran pregunta: ¿Es caro dar la vuelta al mundo en bicicleta?
También nos habla de sus libros: “África” y “Asia”, y nos desvela sus futuros proyectos y viajes.
Si quieres saber más sobre este intrépido aventurero, visita su web, donde podrás seguir sus aventuras, ver increíbles fotos y enterarte de todo lo que le pasa a Salva.
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Hay viajeros a los que no les sobra ni una letra de esa palabra.. Salva Rodríguez lleva recorriendo el mundo en bicicleta desde que salió de su casa en Granada rumbo a África en Enero del 2006, es decir, casi 9 años viajando en bici. Se dice pronto, ¿no?
En ese tiempo ha recorrido África, Asia y América, y ahora mismo se encuentra recorriendo Europa, en la que quizás sea su recta final.
En esta primera parte de la entrevista nos desvela países y lugares que todo el mundo debería conocer, como Guatemala o Los Andes, sitios deshabitados como Los Llanos de Colombia o los altiplanos del Tíbet, o los que para él son los 2 países más bonitos del mundo (mira la entrevista para saber cuales son). 😉
También nos explica por qué la bicicleta es el vehículo perfecto para recorrer el mundo, las ventajas de viajar solo, cómo se está costeando este viaje, y nos revela algo que mucha gente no sabe: África no es pobre.
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