Si crees que tu trabajo es una mierda, espera a conocer a Aamosh

En mi último viaje a Nepal estaba interesado en fotografiar algo del gran movimiento musical que hay en Kathmandu, y necesitaba a algún nepalí que conociera grupos y sitios donde tocaran. Siempre me ha llamado mucho la atención que, vaya donde vaya, en cualquier país del mundo, siempre hay músicos que se salen de la música tradicional y de los que nadie habla. Y hay sobre todo 2 estilos musicales que siempre te vas a encontrar: heavy y hip hop.

Contacté con Aamosh a través de couchsurfing. Dejé un mensaje en la red social explicando mi proyecto y él me contestó al día siguiente, diciéndome que era guitarrista y que ensayaba con varios grupos. Pero como la mayoría de músicos que existen en el mundo, tenía que compaginar su pasión con un trabajo que le permitiera vivir.

Quedamos esa misma tarde donde trabajaba, la recepción de un hotel en el barrio mochilero de Thamel.

Aamosh, el músico que trabaja y vive en un hotel

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Con 21 años, Aamosh trabaja, vive y duerme en un hotel, el Student Guest House. Cuando llegué me recibió con una sonrisa en la cara. Nos sentamos en un sofá y estuvimos contándonos nuestras vidas. Su historia, por supuesto, era mucho más interesante que la mía.

Él había vivido hasta hacía un par de años con su madre divorciada y su hermana pequeña en una de las muchas aldeas que hay desperdigadas por los Himalaya. Hasta que tuvo que intentar ganar algo de dinero para la familia o, al menos, no ser una carga. Unos días más tarde también me contó que a su hermana le habían diagnosticado cáncer hacía un año.

Y así había llegado a Kathmandu, como muchas otras personas que llegan a las grandes ciudades desde los pueblos y aldeas buscando una vida mejor. La misma historia se repite una y otra vez en todas partes del mundo, lo único que cambian son las caras.

Estuvo estudiando guitarra en el conservatorio un tiempo, compaginándolo con varios trabajos en hoteles, tiendas, o en la calle convenciendo a turistas para que entraran en agencias de viajes.

Finalmente había acabado en ese hotel, donde aunque trabajaba muchas horas, tenía un sitio donde dormir y le daban gratis de comer.

Cuando le pregunté cuántas horas trabajaba, se rió y me dijo: «Todas». Veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Le pagan 30$ al mes.

Por supuesto, no había podido seguir estudiando música, su gran pasión.

Cuando le pregunté dónde dormía, señaló el sofá donde estábamos sentados. «Aquí», me dijo. Justo donde yo estaba sentado en ese momento, donde mi gordo culo descansaba. Un viejo sofá verde con agujeros por todas partes.

Me levanté de un salto, disculpándome. Aamosh se rió y me dijo que no importaba, que podía volver a sentarme. Me insistió hasta que tuve que volver a sentarme. Si yo tuviera que dormir en un sofá no creo que dejara que nadie lo tocara, joder. Los nepalís nunca dejarán de sorprenderme.

«¿Pero entonces no tienes una habitación? ¿Dónde tienes tus cosas? ¿No tocabas la guitarra eléctrica? ¿Dónde la guardas?», le pregunté. Entonces se levantó y fue detrás de la barra de la recepción y sacó una guitarra y un pequeño amplificador. Lo trajo hasta donde estaba yo, lo enchufó y se puso a tocar.

Y el tío tocaba que te mueres.

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Heavy Metal en Kathmandu

En los días siguientes estuve haciéndole fotos mientras ensayaba con un grupo de amigos. Ninguno era muy bueno, imagino que llevarían poco tiempo, pero Aamosh destacaba por encima de todos. No sólo tocaba la guitarra, también cantaba, hacía coros y tocaba la batería.

El local de ensayo era un edificio donde se podían alquilar pequeñas habitaciones insonorizadas. Me pareció muy curioso que allí también había que entrar descalzo, como en todas partes en Nepal. Le pregunté que si podía salir del hotel, ya que me dijo que tenía que estar todo el día allí. Me dijo que como trabajaba todo el día, a veces podía permitirse el irse algunas horas, si veía que no había mucho trabajo.

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Las noches que pudo estuvimos yendo a varios bares donde ponían música en directo. Joder, incluso en Nepal hay más sitios con grupos en directo que en Sevilla. Qué puto desastre.

Había algunos que eran buenísimos. Recuerdo uno que hacía versiones de Metallica, cerrabas los ojos y parecía que estabas en medio de un concierto de ellos, increíble. La gente se volvía loca. El mundo es básicamente gente haciendo música acojonante en todas partes.

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Últimas fotos

El último día que estuve con Aamosh estuvimos hablando sobre nuestros sueños y proyectos. Él quería terminar el conservatorio y dedicarse a la música, vivir de eso. Lo tenía muy claro, aunque no tenía ni idea de cómo conseguirlo. Necesitaba trabajar todo el día para ganar esos 30$ al mes y darle una parte a su madre. Y por supuesto no podía permitirse seguir en el conservatorio. No tenía ni tiempo ni dinero. Era un círculo vicioso del que era imposible escapar.

Al final, casi todo depende de donde nazcas. Así de fácil. Si naces en Emiratos eres un árabe, si naces en Marruecos eres un moro. Si naces en países como Nepal, Camboya o Indonesia, lo más seguro es que tu trabajo sea una mierda, muchas horas al día y poco sueldo, que tengas que dormir incluso donde trabajas, y que por mucho talento que tengas, por muchos idiomas que hables, por mucho que sepas, por muy duro que trabajes o por mucho que estudies, seguramente tu destino esté marcado desde tu nacimiento.

Por la noche quería hacer las últimas fotos de Aamosh y sus dos compañeros que dormían con él en recepción. Les pregunté y me respondieron con una sonrisa que por supuesto no les importaba que les hiciera todas las fotos que quisiera. Uno fue a por varias cervezas y las compartimos.

Cuando pasó la media noche cerraron la puerta del hotel y sacaron unos colchones. Uno lo puso en el suelo, otro encima de una mesa, se pusieron cómodos y se echaron a dormir encima de los colchones. La escena era perfecta, sólo faltaba Aamosh en el sofá para completar la imagen que tenía en mi cabeza y que quería plasmar en mis fotos. Pero Aamosh estaba detrás del mostrador de recepción, rellenando unos papeles. Me acerqué a él y le pregunté que si no iba a dormir. Me respondió que sí, pero que tenía que terminar una cosa. Esperé un rato, hice varias fotos, pero Aamosh seguía haciendo cosas. Se puso a limpiar la guitarra, después a ordenar una pila de papeles, después desapareció durante un rato, y cuando volvió le volví a preguntar. Me dijo que sí, que tenía que dormir ya, y se acercó al sofá y se sentó. Estaba rígido, sonriéndome sin saber qué hacer.

Me di cuenta entonces de que le daba mucha vergüenza que le viera durmiendo en ese sofá. Como me hubiera pasado a mí, como le hubiera pasado a cualquiera.  Me sentí como el tío más gilipollas del planeta, apagué la cámara y me fui a dormir a mi habitación, a una cama de verdad.

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