Quedas avisado

Recuerdo una vez que estaba impartiendo un curso de fotografía en Sevilla.

Llamé a un modelo para que mis alumnos le hicieran fotos y pudieran practicar.

El módelo con el que estábamos practicando tenía una personalidad muy fuerte, mucha seguridad en sí mismo, y además creo que se había leído algún que otro libro sobre motivación o algo así.

Al rato de empezar la sesión, el modelo nos comentó que él también era fotógrafo, y sin ningún tipo de timidez, decidió darles un consejo a mis alumnos.

Después de anunciar de manera rocambolesca que iba a darles la clave de la fotografía, dijo: «utilizad el modo ráfaga. Así no se os escapará ninguna foto buena.»

Tiene sentido, ¿verdad? Mientras más fotos hagas, más probabilidades tendrás de que alguna sea buena.

Pero como ya habrás podido suponer, el problema de esta «técnica» es todo el tiempo que vamos a malgastar mirando, seleccionando, y editando fotos.

Te estoy hablando de horas. Horas que en vez de estar, por ejemplo, haciendo fotos, viajando, tomándote una cerveza, tienes que pasarlas delante de un ordenador viendo miles de fotos prácticamente iguales. 

Creo que es el camino más corto para empezar a odiar la fotografía, ¿no te parece?

Por supuesto que utilizo de vez en cuando las ráfagas, pero lo bueno de la fotografía de viajes es que no son muchas ocasiones. 

Puedes disfrutar más, tomarte más tiempo, ir despacio, tomarte un té, un café, una cerveza, un happy water…. con la gente a la que quieres hacerles fotos, interactuar con ellos, preguntarles sobre su tierra, su familia, explicarles sobre la tuya…..

Y al final hacerles algunas fotos.

Si te gusta interactuar en tus viajes, te gustará esto:

La newsletter de fotoMundos

No hay comentarios todavía. Publica el primero!

Deja un comentario

En contacto