Categories
Noticias

Las pollomá

“Los lunes no son tan malos,
es tu vida la que es una mierda.”

Mi amiga Yolanda me habló una vez de un término que se le había ocurrido: las pollomá.

Las pollomá son esas señoras mayores que están siempre en el médico, que cuando les preguntas que cómo están siempre te cuentan todos los males que tienen, y que cuando te preguntan a ti qué te pasa, no responden cosas normales como: “Lo siento mucho”, “que pena”, o “espero que te recuperes”.

Las pollomá siempre responden: “Po yo, más”.

– ¿Por qué estas aquí, Ana? 
– Es que me he caído y me he roto un brazo.
– Ay, pues yo ayer me caí y me rompí el brazo, la cadera y la rodilla.

– ¿Y tú cómo estás, Eduardo?
– Nada, que llevo varios días con migrañas…
– Ay, pues yo llevo 7 años seguidos con migrañas, ni un día sin dolor de cabeza. Pero bueno, tú ya me conoces y sabes que no me gusta quejarme.

– Ay miarma, María, ¿qué te pasa a ti?
– El otro día, que me vieron un bulto raro y parece que es cáncer.
– Oh, igual que yo, pero lo mío es mucho peor. Tengo 3 cánceres diferentes y además concretamente los más dañinos de todos.

Seguro que ahora te estás acordando de más de una persona, ¿a que sí?

Pues esas son las pollomá.

Pero las pollomá no están sólo en el ambulatorio, te las puedes encontrar en todos los ámbitos.

En fotografía los hay a patadas, y son casi siempre hombres.

Son los pollomá. Y los hay de todas las edades, religiones, colores, culturas o condición social.

Que tú tienes una cámara, pollomá, yo tengo 2.
Que tú tienes un pepino de 300 milímetros, pollomá, el mío es un 600. Y un multiplicador, para fotografiarle las caries al león.
Que tú has dado la vuelta al mundo, pollomá, he dado 3 vueltas al mundo.
Que tú has hecho un curso de fotografía con Cristina García Rodero, pollomá, yo he ido a cenar con ella.
¿Ah, tú también has ido a cenar con ella? Pues yo me he ido de copas, nos hemos emborrachado y a lo mejor nos casamos.

¿Qué hacer con los pollomá? Ni idea, yo me he encontrado a cientos durante toda mi vida y yo lo que hago es sonreír como un gilipollas y callarme la boca. Y aguantar como un campeón… o como un tonto, no sé.

¿Los pollomá nacen o se hacen? Yo creo que las 2 cosas, de hecho… he visto nacer a varios pollomá después de alguno de mis viajes.

Por ejemplo, después de venir de Tailandia.

Tailandia es el país perfecto para convertirse en un pollomá.

Es muy cómodo para viajar, fácil, barato, la gente es super simpática, y suficientemente exótico y diferente para que vuelvas creyéndote un explorador indomable.

Y cuando alguien te diga: “Pues he estado en Tailandia”, puede que le contestes:

“Pollomá”.

“No sólo he estado en Tailandia, sino que he hecho amigos tailandeses, he hecho fotos increíbles, y he conocido la verdadera Tailandia rural”

Y entonces, amigo mío, amiga mía, te habrás convertido en un pollomá.

Click aquí para convertirte en pollomá

Pero si ya eres un pollomá, si ya naciste pollomá, entonces seguramente no te interesen mis viajes, ni a Tailandia ni a ningún sitio. 

Porque seguramente ya has estado allí y lo conoces mejor que yo, haces mejores fotos que yo y tienes el WhatsApp del rey de Tailandia.

Seguro que has estado más veces que yo, tienes muchos más amigos que yo, y deberías ser tú el que organizara estos viajes.

Así que para los pollomá no, pero para los demás tengo muchas más historias sobre viajes y fotografía aquí:

Click aquí sólo si eres capaz de estar 13 días si decir la palabra pollomá

Categories
Noticias

Lo difíci eh séh normá

Cuando tenía alrededor de 20 años estuve cogiendo aceitunas un verano con mi amigo Jose. 

No estoy hablando de coger las aceitunas del plato, sino de la recolección. Ya sabes, cogerlas del olivo.

Por aquí se le llama así: “Cohé azituna”. Imagino que el que lea esto desde América habrá levantado una ceja, pensando que cómo es posible hacer el amor con una aceituna.

Nos contrataron en una finca familiar, todos eran familia menos mi amigo, yo, y otros 2 chavales. Estos 2 eran muy buenos cogiendo aceitunas, aunque eran bastante problemáticos.
Nosotros 2 éramos los que tenían menos experiencia, así que éramos con diferencia los más lentos, los que menos cajones cogían. 

Siempre pensábamos que cualquier día nos echarían. 

Pero no. Aguantamos ese verano sin que nos echaran. 

Y para sorpresa nuestra, nos volvieron a llamar al siguiente verano.

¿Y sabéis qué? Nunca más volvieron a llamar a los otros 2, a los problemáticos.

Como ya teníamos confianza con ellos, le preguntamos a Rafael, el jefe del tajo.

Y nos dijo lo siguiente:

“El año pasado erais muy malos cogiendo aceitunas, pero sois buenos chavales, muy trabajadores y no dais problemas. Por eso no os echamos.
Y encima este año ya estáis cogiendo las que tenéis que coger”.

Y añadió: “Estábamos deseando quitarnos de en medio a los otros 2”.

Esto lo he experimentado miles de veces. Y seguro que tú también. 

Se puede expresar de miles de formas. Por ejemplo: “Es mejor actitud que aptitud”, o más simple pero igual de potente: “Lo difícil es ser normal”.

Si tienes una empresa y has tenido que contratar a gente, sabes de sobra de lo que te estoy hablando: hacer un trabajo, cualquiera sabe hacerlo. Pero ser puntual, profesional, no liarla, no hacer cosas raras, extravagantes, no ser un bocazas…. eso ya es más difícil. Es difícil encontrar a gente con buena actitud. Es difícil encontrar a gente normal.

Y todo esto que te estoy contando… ¿sirve también a la hora de hacer fotos?

Pues mucho, sobre todo para la fotografía de viajes. Y es que en la fotografía de viajes hay miles de cosas a tener en cuenta, no sólo la foto en sí.

Por ejemplo, recuerdo un cliente al que le gustaba mucho hacer retratos donde la gente mirara a cámara. El tío siempre quería que la gente mirase a cámara.

Y si alguien estaba en sus cosas, él llegaba y pegaba un grito mientras hacía la foto. 
Así se aseguraba que la gente le mirara. 

Pero claro, te puedes imaginar, en todas sus fotos la gente salía con cara asustada, sobresaltada.

Te juro que muchos de sus retratos eran algo así:

Lo difíci eh séh normá 3

Lo increíble es que cuando veíamos fotos, decía: 

“No lo entiendo, en vuestras fotos la gente sale muy tranquila, vuestros retratos transmiten paz y tranquilidad… pero en los míos está la gente siempre como asustada…. ¿por qué??”

Esto que te estoy contando es real. Él no era consciente de lo que hacía.

Y cosas así he visto millones. No te puedes hacer una idea.

Y tampoco es tan difícil…. hay muchas formas de que la gente te mire a cámara sin tener que asustarlos. 

Aquí te cuento algunos de esos trucos

Otro ejemplo: hablar con gente local.

Hablar con gente local te puede abrir un montón de puertas y te puede meter en situaciones muy interesantes que a la postre se va a traducir en fotones.

Y el 80% de la gente lo hace mal. 

Muchísima gente directamente no habla con gente local. Llega a algún país extranjero y se limita a hacer fotos de monumentos, y si tienen alguna pregunta, le preguntan al móvil.

Y los que sí se atreven a hablar, suelen hacerlo mal. 

Porque lo más importante al hablar con gente local, es…. no hablar.

Preguntar, callar, y escuchar. Ése es el truco.

Tan solo tienes que probar en vivo y en directo. Ponerlo en práctica.

Tienes una oportunidad de practicar estos 3 pasos y hacer grandes retratos aquí:

El newsletter de fotoMundos

P.D: Click sólo si eres capaz de viajar con un grupo y que no nos entren ganas de asesinarte.