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Sanju, una mujer maltratada en La India

Conocí a Sanju en Vrindavan, en Guild of Service, una ONG que solemos visitar y que ayuda a las viudas blancas de La India. Si no conoces el drama de las viudas blancas puedes leer un poco en este enlace.

La última vez que estuve allí, hacía 2 años, ella no estaba. Era nueva. Cada vez que llegamos se arma una pequeña revolución, somos la novedad, un día de fiesta en el que hacer algo diferente y ver caras nuevas. Pero Sanju era muy tímida, no se dejó ver al principio, intentó pasar desapercibida en todo momento.

Pero evidentemente, su rostro quemado es difícil que no resalte.

Estuvimos allí unas horas, hablando con las mujeres, escuchando sus historias y haciendo algunas fotos. Estuve dando algunos consejos a los viajeros de cómo moverse en ese tipo de sitios, cuando te encuentras con unas historias tan dramáticas hay que saber muy bien cuándo hacer fotos o cuándo guardar la cámara y escuchar.

Después de unas horas, y antes de que nos fuéramos, me fui a ver a Sanju.

Estaba en su habitación, y al verme se hizo la despistada. Le pregunté que si podía sentarme con ella, y me dijo que sí rápidamente. Noté que en realidad quería contarme cosas, que se supiera fuera de esas cuatro paredes lo que había tenido que pasar. Quizás creía que su historia podía ayudar a otras mujeres.

Hablaba muy bien inglés, era muy educada y sonreía todo el tiempo. Al principio le costaba mucho mirarme a la cara, pero poco a poco pude hacer que derribara su timidez. Sus ojos eran preciosos, brillaban con fuerza.

Sanju me contó que vivía en Kanpur, una ciudad a unos 350 kilómetros de Vrindavan, y que tenía 30 años. Estaba casada y tenía un hijo.

Cuando le pregunté qué le había pasado en su rostro, me dijo que no quería hablar de eso, que era algo del pasado, que en esa época se encontraba muy triste y que ahora estaba muy feliz, allí en Guild of Service.

Seguimos hablando un rato. Ella también me preguntó algunas cosas a mí, sobre mi familia, si estaba casado, dónde estaba España….después le pedí una foto. Me miró asombrada y me dijo: “¿Para qué quieres una foto de una mujer tan fea?”.

“Creo que tu historia debería ser contada, Sanju”, le dije.

Entonces sonrió y me dijo:

“Mi marido bebía mucho. Nos pegaba cada día a mí y a mi hijo, y yo estaba muy triste. No sabía lo que hacer. Un día, cuando ya no podía más, me quemé yo misma la cara con queroseno. Cuando me recuperé mi familia me trajo aquí. Ahora estoy muy feliz, he encontrado mi sitio.”

Después de eso entornó los ojos y movió la cabeza de un lado a otro, la manera que tienen los indios de decir que sí. “Sólo una, ¿ok?”, me dijo.

Me agaché en la puerta de la habitación y tomé una foto. Es la foto que encabeza este post. La vimos juntos, pero no le gustó. Apartó la mirada y cerró los ojos. Me dijo de nuevo que era muy fea.

“¿Sabes por qué sales fea? Porque has salido muy seria. Tienes que sonreír. Voy a tomarte otra, y esta vez sonríe” – le dije.

Lo hizo, y éste es el resultado:

guild for service vrindavan

Cuando se vio, le dije: “¿Ves? Eres la mujer más guapa de toda La India”.

Y no se lo dije por decir, realmente me lo parecía. Mirar en ese rostro no era fácil, pero la fuerza de sus ojos era increíble. En ese preciso instante no había una mujer más guapa para mí en toda India.

Y esta vez sonrió y me dijo que sí.

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Vrindavan, la ciudad del Dios Krishna

Vrindavan es una parada casi obligatoria en un viaje por el norte de La India, aunque en realidad pocos turistas la visitan.

Esta ciudad, a medio camino entre Delhi y Agra, tiene algunas peculiaridades que a mí personalmente consiguieron que me enganchara, como por ejemplo:

Es la ciudad donde el dios Krishna pasó su infancia

vrindavan hare krishna

En Vrindavan está el origen del Krishnaismo, religión basada en el Hinduismo (los famosos Hare Krishna). Es por lo tanto una ciudad santa y es muy complicado encontrar alcohol o carne. Hay millones de occidentales, que vienen precisamente por el punto anterior. De hecho, da la sensación de que hay muchos más occidentales que indios dentro del Krishnaismo. No te preocupes, no son los típicos guiris, no te vas a encontrar hordas fotografiando cada calle. De hecho, te dará muchas veces la sensación de ser el único extranjero, ya que los Hare Krishna suelen quedarse en los ashram cantando, bailando y meditando.

No conozco en profundidad nada de esta religión, pero la sensación que transmiten es de un buen rollo impresionante. Son gente abierta y amable, siempre sonriendo y deseando responder a todas tus preguntas. Y como uno me dijo una vez: “aquí no está prohibido nada. Si quieres sentarte te puedes sentar, si quieres irte te puedes ir, si quieres bailar o cantar, puedes hacerlo… puedes hacer lo que tú quieras”.

Hay millones de monos

vrindavan monos

Por todas partes. Es increíble, he llegado a pensar que hay más monos que personas. Están por todas partes, y tienes que tener cuidado de que no te roben las gafas, la comida, o cualquier cosa que lleves en las manos. Para los locales es un fastidio continuo. Muchos vendedores tienen un tirachinas con los que los ahuyentan.

Y sin embargo, cada mañana les preparan comida, los llaman y les dan de comer.

Asombrado, le pregunté al dueño de un puesto de comida que por qué cada mañana le preparaba la comida a los monos, con el fastidio que les suponía. Su respuesta fue: “yo como, tú comes…. y los monos también comen”.

Lógica pura y aplastante. De un viaje así siempre se vuelve siendo mejor.

Hay mucha vida junto al río, el Iamuna

vrindavan sadhu

Te aconsejo que te levantes antes de amanecer, cojas un rickshaw y te vayas a los ghats. Por supuesto, los vas a encontrar mucho menos masificados que en Varanasi, y con muchas posibilidades fotográficas: sadhus, comerciantes, gente rezando, realizando pujas, tocando tambores, haciendo yoga…

Pero no sólo de fotografía vive el viajero, ya que si eres un poco suelto y te dejas querer, la gente que habita las orillas del Iamuna son increíblemente hospitalarias.

Sin casi darte cuenta estarás dentro de una choza compartiendo un té con desconocidos. ¿Sabes cómo hice esta foto?

vrindavan iamuna te

La respuesta es fácil: tan sólo tuve que apretar el disparador. Eso fue lo más sencillo. Lo realmente interesante de esta foto es el cómo llegar allí, cómo entrar en su casa, cómo ponerte tan cerca, cómo tener la confianza para que no se moleste por hacerle un retrato tan cercano en íntimo…

La única manera de poder hacer esta foto es acercarse a ellos y vivir, aunque sólo sean unos segundos, como viven ellos. Aceptar su té, sentarse en sus mantas sucias y compartir unas horas con alguien que quedará plasmado en tu retina toda una vida.

Aquí otra toma más general:

vrindavan iamuna chai

Vrindavan, la ciudad de las viudas blancas

En nuestro viaje fotográfico a India Norte nos interesa esta ciudad por todos los puntos anteriores, y en especial el de las viudas blancas. Es un tema terrible que aún hoy día muchas mujeres tienen que soportar.

En algunas zonas de La India, hasta hace pocos años, existía una ceremonia llamada Sati por la cual obligaban a las mujeres a inmolarse en la pira funeraria del recién fallecido marido. En el siglo XIX se prohibió esta cruel tradición, aunque hoy día se ha sustituido por algo no menos duro. Una muerte en vida: cuando el marido muere la viuda debe vestir ropas blancas (el color de la muerte en La India), raparse la cabeza, no ponerse maquillaje ni joyas, y eliminar cualquier rastro de belleza. Se considera que traen mala suerte, por lo que son repudiadas y muchas veces son echadas de casa.

Y casi todas acaban allí, en Vrindavan, donde vagan por las calles pidiendo limosna y cantando por los templos, intentando expiar sus pecados y que Krishna les conceda el perdón.

viudas blancas

A día de hoy ya hay algunas ONGs que ayudan a estas mujeres, sacándolas de las calles, dándoles un sitio donde vivir e intentando recuperar la dignidad arrebatada.

Nosotros llevamos unos años visitando la asociación Guild of Service,  empapándonos de algunas historias duras y documentando una India de la que nunca se habla. Y también aprovechamos para donar un poco de dinero, como siempre hacemos con las asociaciones que visitamos.

vrindavan viudas blancas

Cómo llegar a Vrindavan

Para llegar a Vrindavan primero tienes que llegar a Mathura. Desde Delhi o Agra se llega fácilmente en tren o autobús. Una vez allí puedes coger un taxi o un rickshaw que por por pocas rupias te dejarán en Vrindavan, a 12 kilómetros.

Para alojarte tienes muchas opciones, aunque yo te aconsejo que lo hagas en un Ashram, para poder vivir de primera mano una parte de la magia que encierra este sitio. Algunos ayudan a niños, otros ofrecen cursos de meditación, y en todos puedes disfrutar de una belleza y una tranquilidad increíbles por poco dinero.

Conclusión

La India tiene miles de rincones sorprendentes, y uno de ellos es sin duda Vrindavan. Si te gustan los sitios auténticos y no tienes miedo de ver y vivir cosas que te cambiarán para siempre, te aconsejo que cuando estés planeando tu viaje por el norte de La India intentes hacer una pequeña parada entre Delhi y Agra. Casi te aseguraría que no te vas a arrepentir.


¿Has estado alguna vez en Vrindavan? ¿Conocías el tema de las viudas blancas? ¿Conoces algún otro rincón sorprendente en La India? ¡Déjanos tus comentarios y sugerencias!

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