Del 15 al 28 de Marzo del 2020
14 días – 1200 €
Ver más«Los lunes no son tan malos,
es tu vida la que es una mierda.»
Mi amiga Yolanda me habló una vez de un término que se le había ocurrido: las pollomá.
Las pollomá son esas señoras mayores que están siempre en el médico, que cuando les preguntas que cómo están siempre te cuentan todos los males que tienen, y que cuando te preguntan a ti qué te pasa, no responden cosas normales como: «Lo siento mucho», «que pena», o «espero que te recuperes».
Las pollomá siempre responden: «Po yo, más».
– ¿Por qué estas aquí, Ana?
– Es que me he caído y me he roto un brazo.
– Ay, pues yo ayer me caí y me rompí el brazo, la cadera y la rodilla.
– ¿Y tú cómo estás, Eduardo?
– Nada, que llevo varios días con migrañas…
– Ay, pues yo llevo 7 años seguidos con migrañas, ni un día sin dolor de cabeza. Pero bueno, tú ya me conoces y sabes que no me gusta quejarme.
– Ay miarma, María, ¿qué te pasa a ti?
– El otro día, que me vieron un bulto raro y parece que es cáncer.
– Oh, igual que yo, pero lo mío es mucho peor. Tengo 3 cánceres diferentes y además concretamente los más dañinos de todos.
Seguro que ahora te estás acordando de más de una persona, ¿a que sí?
Pues esas son las pollomá.
Pero las pollomá no están sólo en el ambulatorio, te las puedes encontrar en todos los ámbitos.
En fotografía los hay a patadas, y son casi siempre hombres.
Son los pollomá. Y los hay de todas las edades, religiones, colores, culturas o condición social.
Que tú tienes una cámara, pollomá, yo tengo 2.
Que tú tienes un pepino de 300 milímetros, pollomá, el mío es un 600. Y un multiplicador, para fotografiarle las caries al león.
Que tú has dado la vuelta al mundo, pollomá, he dado 3 vueltas al mundo.
Que tú has hecho un curso de fotografía con Cristina García Rodero, pollomá, yo he ido a cenar con ella.
¿Ah, tú también has ido a cenar con ella? Pues yo me he ido de copas, nos hemos emborrachado y a lo mejor nos casamos.
¿Qué hacer con los pollomá? Ni idea, yo me he encontrado a cientos durante toda mi vida y yo lo que hago es sonreír como un gilipollas y callarme la boca. Y aguantar como un campeón… o como un tonto, no sé.
¿Los pollomá nacen o se hacen? Yo creo que las 2 cosas, de hecho… he visto nacer a varios pollomá después de alguno de mis viajes.
Por ejemplo, después de venir de Tailandia.
Tailandia es el país perfecto para convertirse en un pollomá.
Es muy cómodo para viajar, fácil, barato, la gente es super simpática, y suficientemente exótico y diferente para que vuelvas creyéndote un explorador indomable.
Y cuando alguien te diga: «Pues he estado en Tailandia», puede que le contestes:
«Pollomá».
«No sólo he estado en Tailandia, sino que he hecho amigos tailandeses, he hecho fotos increíbles, y he conocido la verdadera Tailandia rural»
Y entonces, amigo mío, amiga mía, te habrás convertido en un pollomá.
Click aquí para convertirte en pollomá
Pero si ya eres un pollomá, si ya naciste pollomá, entonces seguramente no te interesen mis viajes, ni a Tailandia ni a ningún sitio.
Porque seguramente ya has estado allí y lo conoces mejor que yo, haces mejores fotos que yo y tienes el WhatsApp del rey de Tailandia.
Seguro que has estado más veces que yo, tienes muchos más amigos que yo, y deberías ser tú el que organizara estos viajes.
Así que para los pollomá no, pero para los demás tengo muchas más historias sobre viajes y fotografía aquí:
Click aquí sólo si eres capaz de estar 13 días si decir la palabra pollomá
Cuando tenía alrededor de 20 años estuve cogiendo aceitunas un verano con mi amigo Jose.
No estoy hablando de coger las aceitunas del plato, sino de la recolección. Ya sabes, cogerlas del olivo.
Por aquí se le llama así: «Cohé azituna». Imagino que el que lea esto desde América habrá levantado una ceja, pensando que cómo es posible hacer el amor con una aceituna.
Nos contrataron en una finca familiar, todos eran familia menos mi amigo, yo, y otros 2 chavales. Estos 2 eran muy buenos cogiendo aceitunas, aunque eran bastante problemáticos.
Nosotros 2 éramos los que tenían menos experiencia, así que éramos con diferencia los más lentos, los que menos cajones cogían.
Siempre pensábamos que cualquier día nos echarían.
Pero no. Aguantamos ese verano sin que nos echaran.
Y para sorpresa nuestra, nos volvieron a llamar al siguiente verano.
¿Y sabéis qué? Nunca más volvieron a llamar a los otros 2, a los problemáticos.
Como ya teníamos confianza con ellos, le preguntamos a Rafael, el jefe del tajo.
Y nos dijo lo siguiente:
«El año pasado erais muy malos cogiendo aceitunas, pero sois buenos chavales, muy trabajadores y no dais problemas. Por eso no os echamos.
Y encima este año ya estáis cogiendo las que tenéis que coger».
Y añadió: «Estábamos deseando quitarnos de en medio a los otros 2».
Esto lo he experimentado miles de veces. Y seguro que tú también.
Se puede expresar de miles de formas. Por ejemplo: «Es mejor actitud que aptitud», o más simple pero igual de potente: «Lo difícil es ser normal».
Si tienes una empresa y has tenido que contratar a gente, sabes de sobra de lo que te estoy hablando: hacer un trabajo, cualquiera sabe hacerlo. Pero ser puntual, profesional, no liarla, no hacer cosas raras, extravagantes, no ser un bocazas…. eso ya es más difícil. Es difícil encontrar a gente con buena actitud. Es difícil encontrar a gente normal.
Y todo esto que te estoy contando… ¿sirve también a la hora de hacer fotos?
Pues mucho, sobre todo para la fotografía de viajes. Y es que en la fotografía de viajes hay miles de cosas a tener en cuenta, no sólo la foto en sí.
Por ejemplo, recuerdo un cliente al que le gustaba mucho hacer retratos donde la gente mirara a cámara. El tío siempre quería que la gente mirase a cámara.
Y si alguien estaba en sus cosas, él llegaba y pegaba un grito mientras hacía la foto.
Así se aseguraba que la gente le mirara.
Pero claro, te puedes imaginar, en todas sus fotos la gente salía con cara asustada, sobresaltada.
Te juro que muchos de sus retratos eran algo así:
Lo increíble es que cuando veíamos fotos, decía:
«No lo entiendo, en vuestras fotos la gente sale muy tranquila, vuestros retratos transmiten paz y tranquilidad… pero en los míos está la gente siempre como asustada…. ¿por qué??»
Esto que te estoy contando es real. Él no era consciente de lo que hacía.
Y cosas así he visto millones. No te puedes hacer una idea.
Y tampoco es tan difícil…. hay muchas formas de que la gente te mire a cámara sin tener que asustarlos.
Aquí te cuento algunos de esos trucos
Otro ejemplo: hablar con gente local.
Hablar con gente local te puede abrir un montón de puertas y te puede meter en situaciones muy interesantes que a la postre se va a traducir en fotones.
Y el 80% de la gente lo hace mal.
Muchísima gente directamente no habla con gente local. Llega a algún país extranjero y se limita a hacer fotos de monumentos, y si tienen alguna pregunta, le preguntan al móvil.
Y los que sí se atreven a hablar, suelen hacerlo mal.
Porque lo más importante al hablar con gente local, es…. no hablar.
Preguntar, callar, y escuchar. Ése es el truco.
Tan solo tienes que probar en vivo y en directo. Ponerlo en práctica.
Tienes una oportunidad de practicar estos 3 pasos y hacer grandes retratos aquí:
P.D: Click sólo si eres capaz de viajar con un grupo y que no nos entren ganas de asesinarte.
Hace unos años vivía en Hungría. Estuve un tiempo dando clases de español.
Un día, una de mis alumnas me dijo que si podía ayudar a su coro. Estaban preparando una canción en español y querían saber si la estaban cantando bien, si pronunciaban correctamente.
Cuando me dijo «coro», pues yo pensé en el coro rociero de mi pueblo, y me imaginé algo así, pero en versión húngara.
No sé, yo esperaba 4 ó 5 personas, vestidas con ropa tradicional, cantando canciones de Heidi. Algo así.
Cuando llegué al ensayo, me encuentro con 60 personas. No, no 60 personas.
Sesenta chicas. Sesenta húngaras. Ojos verdes y azules por todas partes.
Todas se me quedan mirando. Mi alumna hace de traductora.
Me sientan delante de ellas. Soy el centro de atención. Intento parecer frío y profesional, no parecer nervioso.
Y empiezan a cantar.
Dios Santo….
Pensé: «¿¿¿Qué coño es esto???»
Eso era, sencillamente, un coro de ángeles húngaros. Y estaban cantando PARA MÍ.
Las voces acariciaban mi cerebro, y se me saltaron las lágrimas de lo bonito que sonaban.
Sentí, por primera vez en mi vida, que Dios existía. ¿Cómo era posible, si no, tanta belleza?
Y sobre la pronunciación en español….
Fue perfecto. Dijeron cada palabra exactamente como debía sonar en español. Pronunciaron cada frase mejor que si lo hubiera hecho yo.
Terminaron la canción, y se me quedaron mirando.
120 ojos azules y verdes me preguntaban: «¿Lo hemos hecho bien?»
El silencio era sepulcral. Todas esperaban mi respuesta. Mi aprobación.
Joder, los 120 ojos más bonitos del mundo suplicándome aprobación. ¡A mí!
¡A un gilipollas como yo!
Si eso no es el paraíso, no sé lo que es.
Yo pensaba: «¿Qué si lo habéis hecho bien? ¿¿Que si lo habéis hecho bien?? ¡¡Habláis español mejor que yo!!»
Pero contesté:
– Mmmmm…. ¿podéis cantarla otra vez? Es que hay partes que no se entienden…
Mentira cochina y descarada. Iba al infierno de cabeza y no me importaba. No quería que algo tan bonito durara sólo 5 minutos.
La sensación de ser el único extranjero en una sala llena de húngaras me encantó.
Así que seguí buscando esa sensación. Quise volver a sentirme tan único y especial.
Puede que sea por eso por lo que empecé a viajar. Quizás sea por eso por lo que me encanta estar en sitios con pocos turistas.
Lo siento, no soy muy profundo. Suena banal, egocéntrico y de alguien con carencias afectivas.
Pues sí, puede que por eso siempre esté buscando ser el único extranjero.
Pero bueno, al final gracias a mis carencias afectivas he conocido un montón de sitios que poca gente conoce. Y tú te puedes aprovechar de eso.
Aquí te cuento más:
El año pasado, mientras preparaba el viaje fotográfico a Tailandia, me puse malo.
Nunca supe lo que me había pasado realmente, porque en el hospital donde estuve ingresado 3 días nadie hablaba inglés, ni por supuesto español.
Creo que fue algo que comí que me sentó mal. O infección en los riñones. O las dos cosas juntas.
No sé… pero fue jodido.
Estaba en un pueblecito muy bonito al sur de Tailandia, buscando como llegar al pueblo flotante de Koh Panjee.
Una tarde empezó a dolerme la barriga. No le eché mucha cuenta, pero por la noche no podía dormir del dolor. Vomité varias veces, y pensé: «No problem, descanso esta noche y mañana estaré bien. Y si no, iré por la mañana al hospital.»
Pero no… el dolor empezó a hacerse insoportable, y empecé a preocuparme. Estaba solo, no conocía a nadie, y estaba en un pueblo perdido de la mano de Dios, donde nadie hablaba algo que no fuera Tailandés.
No sé si te ha pasado alguna vez, pero cuando estás absolutamente solo y te pones enfermo, tu cabeza empieza a pensar demasiado. Es una sensación horrible.
Empiezas a pensar que te van a encontrar muerto al día siguiente en tu habitación, y cosas así.
Busqué en el móvil el hospital más cercano, y salí hacia allí. No sólo era el más cercano, era el único en ese pueblo.
Eran las 3 de la mañana, así que no había taxis ni nadie por la calle. Tuve que ir andando, casi arrastrándome, durante 45 interminables minutos.
Cuando por fin llegué y entré, miré a mi alrededor. Parecía que había retrocedido en el tiempo.
En ese momento lo entendí: «Así que es así como vas a morir, Germancito….»
Siempre tenemos esa pregunta en la cabeza, ¿verdad?
«¿Cómo voy a morir?»
Yo lo supe en ese instante: Moriría en un hospital mugriento de un pueblecito tailandés.
«Bueno, vamos a echarle cojones. Al menos suena a muerte épica».
Cuando entré en urgencias había 3 chicas musulmanas con hiyab, que al verme se miraron entre ellas. Empezaron a preguntarme en árabe, y yo usé mis mejores técnicas de pictionary para indicarles que me dolía la barriga.
Me entendieron, creo. El vomitar les dio alguna pista, imagino.
Me tumbaron y me pusieron suero. Pero el dolor no se iba. Al menos no estaba solo.
Me sorprendí a mí mismo intentando ligar con las 3. La que sabía algunas palabras en inglés se rió, y me dijo algo así como: «No parece que estés tan malo».
Tres días después caminaba de vuelta a mi hotel, lentamente.
Ya no tenía dolor, pero no tenía fuerzas. Tardé siglos en llegar. No quería llamar a un taxi porque había estado 3 días tirado en una cama y quería moverme. Imaginé que me sentaría bien.
Al lado de mi hotel estaba la agencia de viajes local donde justo el día antes de enfermar había reservado una excursión al pueblo flotante de Koh Panjee.
No había podido ir porque estaba en el hospital, y cuando el dueño, Mr Hassim, me vio, arrastrando mis pies y demacrado, pegó un salto en la silla y vino a mi encuentro.
Tampoco hablaba inglés, solo unas palabras, pero le pude entender perfectamente.
Yo no me había presentado para hacer la excursión, y ya había pagado, por lo que él estaba preocupado. Pensaba que algo me había pasado.
No pude moverme mucho en los siguientes 3 ó 4 días. Me arrastraba de la cama al baño, y viceversa.
La mujer de Mr Hassim cocinó para mí cada día, aunque yo no pude comer nada en varios días. Pero ella siguió cocinando para mí, como si fuera su hijo. Cada día.
Si me sigues de hace tiempo, me habrás escuchado muchas veces decir que tengo mucha suerte. Es como si alguien siempre estuviera cuidando de mí.
Es verdad, no es broma. Es real, y no lo entiendo, pero es así.
Y ahí estaba de nuevo. Alguien me había mandado a esa familia para que cuidara de mí.
Y ahora son como mi familia.
Una familia con la que me comunico con señas, pero eso da igual, ¿no?
Si quieres conocer a Mr. Hassim y familia, volveré en Diciembre. Desde allí salimos a conocer el increíble pueblo flotante de Koh Panyee. Atravesaremos manglares y disfrutaremos de paisajes que te dejarán con la boca abierta.
Click aquí sólo si no eres un tío raro que me va a dejar en evidencia delante de esa familia
La primera vez que pisé Asia tenía 30 años. Iba con mi amigo Jose, y acabábamos de dejar nuestros trabajos. Nuestro primer destino fue Tailandia. Después descubriríamos Camboya, Laos, Vietnam…. Nada más llegar a Bangkok, aún en el aeropuerto, nos cruzamos con una chica preciosa que nos sonrió. Nos miramos entre nosotros, con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Eso no nos pasaba en Sevilla! En ese momento supimos que habíamos hecho la elección correcta… No, no queríamos ser la mejor versión de nosotros mismos. Tampoco queríamos encontrarnos a nosotros mismos, ni salir de nuestra zona de confort. No queríamos ser ricos ni famosos, ni crear una startup, ni descubrir un lugar jamás pisado por el hombre occidental. Nosotros somos gente humilde y con gusto sencillos. No albergamos sueños tan complejos. Simplemente queríamos dejar un trabajo que no nos llenaba e intentar algo que teníamos en la cabeza desde hacía un tiempo. Queríamos probar si podíamos ser fotógrafo y escritor. Los dos juntos. La hostia en verso, trabajar en tu profesión soñada con tu mejor amigo, recorriendo el mundo. Dime si no suena bien, amigo lector. De hecho, aunque no lo consiguiéramos, iba a ser una experiencia increíble: Viajar con tu mejor amigo durante varios meses con un sueño en común. Si no probábamos, nos arrepentiríamos toda la vida. Así que allí estábamos, aún no habíamos salido del aeropuerto y ya nos había sonreído una preciosa Thai. ¡En Asia éramos guapos! Pero…. unos metros más adelante, nos cruzamos con un viejecito que también nos sonrió. Dos metros más allá, también nos sonrió un policía. Y el cartero. Y los perros y los gatos. No…. no éramos más guapos que en España. El país de las sonrisas. Es la jodida verdad. ¿Ves como somos personas de gustos sencillos? Tailandia nos enamoró desde el principio por ese pequeño detalle: las sonrisas de la gente. Pero claro, eso solo era el principio. Luego acabaríamos rendidos a sus pies por millones de cosas más: sus playas, sus paisajes, sus selvas, sus precios, su tranquilidad, su forma de vida, su clima, sus islas, su gente, su …… Joder, vaya puto paraíso. Normal que millones de extranjeros quieran vivir aquí cada día. Y normal que estuviera tan masificado hasta la pandemia. No cabía un alfiler. Y todo lo que el turismo en masa conlleva: corales muertos, aguas contaminadas, tailandeses sin sonrisa… El paraíso se había convertido en un país más. Lo bueno que trajo el maldito virus es que vació Tailandia bastante. Ahora es un buen momento para disfrutar del paraíso. Corales recuperados, aguas cristalinas de nuevo, muchos menos turistas… y los Tailandeses vuelven a sonreír. Click aquí para venirte conmigo |
Lo malo: No creo que esto dure mucho. No creo que yo siga haciendo este viaje durante mucho tiempo. En cuanto la sonrisa vuelva a desaparecer, en cuanto vea más rubios que ojos achinados, este viaje fotográfico desaparecerá. No creo que llegue vivo a 2025…. todo el mundo quiere vivir en el paraíso. No te preocupes, podrás seguir haciendo este viaje por tu cuenta, Tailandia es un país perfecto para viajar por tu cuenta: es muy seguro, son muy hospitalarios, y todo está muy bien comunicado. Y hay millones de webs donde encontrar información. O también podrás viajar con otras compañías. Hay miles, y seguro que muy buenas. Pero viajar conmigo… sinceramente no sé hasta cuando. Ya veremos. En fin… sólo hago 2 viajes al año a Tailandia. El siguiente será en Diciembre. Si eres capaz de convivir con gente durante 13 días sin que te odien, click aquí: La newsletter de fotoMundos |
Hace algunos años se empezó a desarrollar el ferrocarril en Tailandia. Y dio la casualidad que esas vías tenían que atravesar un mercado cerca de Bangkok. «Bueno, no pasa nada, movemos un poco los puestos y todo arreglado». «¡Mis cojones! ¡Nos quedamos aquí!» Y se quedaron. A jierro. Y el resultado es un espectáculo. El mercado de Maeklong. El tren atraviesa el mercado 7 ú 8 veces cada día, y cada vez tienen que recoger todo porque literalmente los puestos están sobre las vías. Estaremos por allí en Diciembre, haciendo fotos, vídeos, y flipando mucho con una experiencia que hay que vivir una vez en la vida. Más información aquí. También aprovechamos que hay cerca 2 mercados flotantes, y estaremos también haciendo fotos por allí. Un mercado flotante es un mercado en el río, donde las tiendas son barcas. Es la hostia, incluso te preparan comida o café. Tú vas en barca también y te vas cruzando con las barcas tiendas, comprando lo que te apetezca.Puedes ver como viven los tailandeses sus ríos y canales, comiendo, bebiendo, y haciendo toda su vida alrededor del agua. |
¿Te quieres venir al siguiente? Toda la información aquí: La newsletter de fotoMundos. |
Quizás el amanecer más famoso de Tailandia. Al menos de la parte Oeste. Samet Nangshe, cerca de Phuket y de Phang Nga. Te diré una cosa: no soy bueno haciendo fotos de paisajes. No me gustan mis fotos de paisajes. No logro hacer muchas que me gusten. De vez en cuando me sale alguna que no me disgusta del todo… Ahora mismo recuerdo un par de ellas en Nepal, en las montañas, que no estaban mal… Pero, joder, en los Himalaya cualquiera hace una foto buena. Sólo hay que disparar. Pero me cuesta, no logro expresar con mis fotos lo que siento al ver un paisaje. No logro transmitir nada. Ya sabes que la edición es muy importante en la fotografía de paisajes, y yo soy malo y vago en la edición. Y me gustan los paisajes, ¿eh? Disfruto viéndolos, incluso me gusta ver las fotos de los grandes fotógrafos de paisajes, pero…. está claro que yo no soy uno de ellos. Samet Nangshe es uno de los sitios a los que me gusta volver una y otra vez. Porque incluso yo puedo hacer un buen amanecer ahí. Y te juro que si yo he sido capaz de hacer una foto tan bonita, imagínate lo que puedes hacer tú allí. Serán mucho mejores, estoy seguro. |
Porque es llegar y disparar como locos. El espectáculo te deja con la boca abierta. La última vez estuvimos como 3 horas allí, disfrutando como niños. Incluso te puedes sentar y tomarte un café mientras contemplas el amanecer y piensas: «He tenido que ser muy bueno en otra vida». Cuando voy a Tailandia sólo 6 personas me pueden acompañar. Pincha aquí para saber si puedes ser una de ellas. Más información aquí debajo: La newsletter de fotoMundos |
Ni te hace mejor persona. A veces incluso te hace más gilipollas.
¿Por qué?
Bueno, eso fue una de las cosas de las que hablé en una entrevista que me hizo una escuela de fotografía hace unos días.
¿Y de qué más hablé?
Conté historias, muchas historias.
Y expliqué cómo mejorar tus fotos de viaje.
Por ejemplo, una técnica que utilizan 3 grandísimos fotógrafos, pero que tú no vas a poder utilizar.
También explicé por qué muchas veces no vale eso de «ir donde no va nadie»….
Y claro, también respondí a lo que me preguntaron, lo más honestamente posible. No esperes respuestas típicas y bien queda. «Viajar me ha hecho descubrirme mejor a mí mismo», y tópicos así.
De lo que no hablé es de qué cámara es mejor para viajar, qué trípode deberías comprarte, o qué mochila es la más barata.
Primero, porque no tengo ni idea de eso. Segundo, porque tampoco es tan importante.
Es importante, no lo niego. Pero no tanto.
Y tercero, porque ya hay miles de sitios donde puedes encontrar toda la información sobre eso. Información muy buena.
De lo que no es tan fácil encontrar información buena es de consejos para hacer mejores fotos en tus viajes.
Prueba a buscar. Te van a salir consejos tipo:
«Conoce tu cámara». «Sal de tu zona de confort». «Observa todo a tu alrededor».
Joder… ¿qué consejos son esos??? Pues claro que tengo que conocer mi cámara, claro que tengo que observar…. pero no sólo en fotografía de viajes, ¡en cualquier tipo de fotografía!
Pues eso, que no fueron consejos de mierda generalistas, fueron consejos concretos.
Consejos de un fotógrafo que lleva media vida viajando y obsesionado por expresar lo que vive, y que otra gente pueda sentir algo parecido.
Dije algunas cosas, que si las aplicas, harán que tus fotos de viaje pasen de ser bonitas a algo más.
Y no hay nada técnico. Nada de diafragmas ni de hiperfocal, de capas ni de clonados.
Click aquí si quieres saber de qué te estoy hablando:
Existe una montaña en Nepal que no se puede escalar, concretamente en la ciudad de Pokhara.
Su nombre es Macchapucchre, que en nepalí significa Cola de Pez.
No se puede escalar porque es sagrada. Y es sagrada porque en su cima viven los dioses.
Es mi montaña favorita. No sólo por la historia, además porque es preciosa.
Recuerdo la primera vez que la vi. Joder….. ¡me cago en la puta!
Iba a poner una foto, para que vieras lo bonita que es.
Pero no, así te entran más ganas de venir a Nepal conmigo. Así tienes una excusa más para viajar a Nepal.
Ver una de las montañas más bonitas del mundo. Ver la montaña favorita de Germán.
Joder, si con eso no te convenzo, ya no sé que más hacer…
Siempre tienes la opción de buscar la foto en internet, claro.
Pero… ¿y lo maravilloso que es dejarse sorprender?
Quedarte con la boca abierta cuando llegues a Pokhara y la veas allí, imponente.
Guardando y cuidando la ciudad.
Tan cerca que parece que la puedes tocar con la punta de los dedos.
Es verla, y entender por qué la gente que vive en las montañas es tan religiosa. En cualquier parte del mundo, no sólo en Nepal.
Empiezas a entender, a aceptar la fe. Que hay cosas más grandes que nosotros.
Que existe algo más.
«Quizás no es tan loco eso de que nos reencarnamos. Quizás tenga algo de sentido que exista Shiva. O Dios, o Alá, o Buda…»
Muchos de estos pensamientos empiezan a venirte a la mente tan sólo con ver esa montaña. La montaña sagrada. Donde viven los Dioses.
¿Que cómo lo sé?
Porque siempre pasa lo mismo. Da igual quién seas, cómo seas, de dónde vengas. Da igual si eres religioso o no, espiritual o no. Da igual si eres todos, todas o todes. Si te gusta la carne, el pescado, o los dos. Da igual a quien votes.
Si eres un ser humano te plantearás muchas preguntas delante de la montaña más bonita del mundo.
Si le estás dando vueltas, no le des muchas porque esto se acaba y te queda esperar un año. Aunque quizás, si le estás dando tantas vueltas, es que este viaje no es para ti.
Sí, si no estás muy seguro, es la señal clara de que este viaje no es para ti…
Y este viaje tampoco es para ti si no quieres pensar demasiado sobre otras cosas que no sean lo que puedes ver con tus propios ojos.
Para el resto:
PD2: No te aseguro que acabes rezando a Shiva cada día, pero sí te aseguro que delante del Macchapucchre te plantearás muchísimas cosas.
Cuando empecé a organizar viajes fotográficos, en el 2013, no tenía ni idea de muchas cosas.
A mis viajes los empecé a llamar «Expediciones».
Porque yo los veía como algo más. No sólo eran viajes normales y corrientes.
Nosotros éramos especiales, yo y mis clientes.
No éramos turistas. Ni siquiera viajeros. Éramos expedicionarios. Y pensaba que iba a cambiar la vida de la gente. La de los «expedicionarios» y la de los locales.
En aquella época prometía cosas como «aventura», «parajes recónditos» o «tribus reales».
¿En serio? ¿En el 2023? ¿Qué aventura hay en meterse en un avión y luego en un hotel? ¿De verdad pensaba que podía llegar a sitios recónditos? Si puedes llegar, es que no son tan recónditos, amigo mío.
Y en cuanto a las tribus del siglo XXI…. pues casi todas son un circo humano ahora mismo, es una pena pero es así. Se visten así para que les hagamos la foto.
Después de haber hecho muchos viajes, después de haber estado en los mismos países mil veces, y después de que mis viajeros me hayan ayudado a ver la luz, ahora lo tengo más claro que nunca:
Mis viajes no te van a hacer mejor persona.
Mis viajes no van a sacar la mejor versión de ti mismo.
Mis viajes no te harán más tolerante, ni más inteligente.
Mis viajes no te harán un expedicionario valiente y carismático.
Y tampoco vas a cambiar la vida de nadie. No harás más feliz a los nepalís ni a los vietnamitas con tu llegada.
Si acaso, la más feliz será tu pareja, por perderte de vista unos días.
Eso sí: será el mejor viaje de tu vida y te traerás a casa las mejores fotos que vayas a hacer nunca. Sólo eso.
Toda la información aquí:
Hacía varios meses que no hacía nada de ejercicio, aparte de andar por arrozales y algún trekking por la selva Tailandesa.
Pero nada duro de verdad en varios meses.
Ayer estuve de nuevo peleando. Haciendo Jiu Jitsu.
Acabé casi muerto, puedes verme en la foto.
Me han preguntado varias veces:
Sí es tan duro, si te puedes lesionar, si te deja tan cansado…. ¿Por qué lo haces?
¿Por qué hago esto?
Buena pregunta.
Y la verdad es que no lo he pensado mucho, como casi todo lo que hago.
Imagino que porque me gusta.
¿Es suficiente motivo? Para mí sí. De hecho, para mí es EL motivo.
Lo que me mueve a hacer casi todo lo que hago. Porque me gusta.
Atento… no porque me apetezca. A mí lo que me apetece es dormir mil horas, no trabajar nunca, comer muchas porquerías y hacer el amor a jierro con millones de mujeres de todas las razas.
Pero no, no son cosas que me gusten, que me motiven. Bueno… lo último sí….
Pero no me apetece refregarme con tíos de 100 kilos, sudorosos, en mallas. Que me caigan gotas de su sudor en los ojos, en los labios….
Ni me apetece levantarme a las 4 para fotografiar un amanecer. Ni tirarme 20 horas en un avión para llegar a un país raro, ni llevarme horas delante de un ordenador editando.
Ni las miles de horas de soledad que te comes cuando viajas mucho ( y que nadie cuenta).
Pero me gusta hacer fotos. Conocer gente que no habla mi idioma. Me encanta probar comidas y bebidas nuevas.
Me gusta descubrir sitios que nunca había visto.
Me encanta la sensación de estar en un sitio y que nadie me conozca.
Me gusta que me pregunten sobre España, sobre Messi y Cristiano, sobre Despasito, por la Tomatina y por la paella.
Me gustó mucho conocer a Rigzin, un lama. Me flipa hablar con él de budismo. Me encantó probar por primera vez el Pocha, el té tibetano con mantequilla de yak. Me gusta pasear por las montañas más altas del mundo. Me encanta reencontrarme con Babu, Belku, Aayush y Sharuk.
Me encanta volver a Nepal. Aunque a veces no me apetezca. Aunque a veces prefiera quedarme tirao en el sofá viendo pelis.
Y por eso…. siempre vuelvo a Nepal.
Click aquí si quieres saber si te puedes venir conmigo.
Y si quieres recibir más información sobre viajes y fotografía, es aquí:
Acabo de ver una entrevista al escritor Charles Bukowski, y decía esto:
«Cada línea debe estar llena de un poco de delicioso y sabroso zumo, cada línea debe ser poderosa, deben hacer que estés deseando pasar la página.
Lo que hacen muchos escritores es aburrido. Describen demasiado, preparan al lector para la gran emoción, y cuando la gran emoción llega…. no hay nada.
Cada linea debe tener su propio poder, su propio sentimiento, su propio zumo, su propio sabor.
Escribir nunca debe ser aburrido. No debe aburrir al lector, pero tampoco al escritor. No debe aburrir a nadie.»
Si lo piensas, Bukowski acaba de darte un consejo brutal sobre fotografía.
Lee de nuevo sus palabras, pero cambia «linea» por «foto», «escritores» por «fotógrafos», y «escribir» por «fotografiar».
Te lo pongo más fácil. Ya sabes que te quiero mucho, querido lector.
«Cada foto debe estar llena de un poco de delicioso y sabroso zumo, cada foto debe ser poderosa, deben hacer que estés deseando ver más.
Lo que hacen muchos fotógrafos es aburrido. Describen demasiado, preparan al espectador para la gran emoción, y cuando la gran emoción llega…. no hay nada.
Cada foto debe tener su propio poder, su propio sentimiento, su propio zumo, su propio sabor.
Fotografiar nunca debe ser aburrido. No debe aburrir al que ve las fotos, pero tampoco al fotógrafo. No debe aburrir a nadie.»
Y aquí, querido amante de la fotografía y los viajes, tienes uno de los mejores consejos sobre fotografía que nadie te puede dar.
Un consejo sobre fotografía dado por alguien que no es fotógrafo.
No hagas fotos aburridas. No aburras al personal. No te aburras a ti mismo.
Pero claro, ahora la cuestión es…. ¿y cómo hago eso?
¿Cómo hago para disfrutar mientras hago fotos?
¿Cómo hago para hacer disfrutar al que ve mis fotos?
¿Cómo hago para que mis fotos no sean aburridas?
La respuesta a las 3 preguntas está en este enlace:
No te vas a aburrir tú porque vivirás el Tihar con mi familia, conocerás tibetanos, nepalís, y nos beberemos algún que otro roxy con la gente local.
No vas a aburrir a los que vean tus fotos porque tus fotos no será aburridas.
Y tus fotos no serán aburridas porque vas a poder fotografiar sadhus, monjes tibetanos, ceremonias, vida rural…
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